Que el agua es fea o no tiene sabor, que algunas verduras o frutas “dan asco”, que los lácteos sin crema son insulsos son algunas de las frases que suelen escucharse en los espacios que se habitan constantemente. Y es que la publicidad, la televisión, la promoción de los alimentos ricos en sodio, sal, grasa y azúcares en supermercados y kioscos contribuyen a la generación de ese pensamiento. A esto se suma la vinculación de golosinas, snacks y productos pesados con festejos y aprobaciones, mientras que a los alimentos saludables se los liga a la dieta y al cuidado en la enfermedad.
No obstante, según la licenciada especialista en Nutrición Pediátrica María Soledad Arnulphi, integrante del Staff médico de Centro Médico Cervantes (Mat. 1789), las creencias vinculadas a lácteos descremados, frutas y hortalizas, cereales y demás son producto del desconocimiento y la falta de promoción en cuanto a tales alimentos: “Para romper el mito de que ‘lo sano no es rico’ lo que se debe hacer el probar, darse la oportunidad de conocer nuevos alimentos y preparaciones. Esto resulta muy importante a la hora de la incorporación de alimentación complementaria en los niños, donde debemos ofrecer la mayor variedad de alimentos para que el pequeño se familiarice con ellos desde temprana edad”.
La variedad de los preparados sería, entre las opciones para incorporar comidas saludables, una de las herramientas. Así, por ejemplo, el Ministerio de Salud ofrece una serie de recetas con gran aporte nutricional y que gustan por las formas de cocción e ingredientes que acompañan. Por su parte, el programa “365 tentaciones” perteneciente al Ministerio de Economía provincial hace lo propio con recetas de comidas saladas y dulces, como así también apostando por la elaboración de jugos naturales y de aguas saborizadas con productos regionales.
Ahora bien, de acuerdo a lo destacado por la especialista, la difusión de estos preparados necesita de más promoción a través de los medios de comunicación más utilizados por la población, como la televisión, el Internet y las redes sociales. Y, así mismo, necesita un acompañamiento con la disminución de la promoción de malos hábitos alimentarios y sedentarios.
Conforme a lo narrado por la especialista, se está trabajando para generar entornos saludables desde las escuelas mendocinas y a través del Programa Provincial de Obesidad. Con sus campañas “AGUAnte” y “Aprender con Salud” se busca abordar las problemáticas del sobrepeso y la obesidad en la provincia: “El Programa Provincial de Obesidad está trabajando en la prevención a través de la campaña ‘AGUAnte’, que fomenta el consumo se agua como medida fundamental. Por otra parte, a través del programa ‘Aprender con Salud’ se realizan charlas de alimentación saludable y valoración nutricional en escuelas primarias de la provincia de Mendoza”.
Entre otras acciones destacables a realizar (sumadas a las antes mencionadas), Arnulphi mencionó la disponibilidad de información sobre el contenido de los alimentos de una manera clara y la educación de toda la población en buenos hábitos y elecciones alimentarias: “Si la persona es educada en buenos hábitos alimentarios dispone de la libertad de elegir dentro de lo ofrecido lo que considere más saludable”. Siguiendo esa línea, habló sobre la gran influencia de los entornos y del hogar en las decisiones de la persona, y dijo que en una vivienda donde los padres sufren de obesidad o sobrepeso lo más probable es que los niños también lo sufran: “La genética puede ser un factor predisponente, pero inciden mucho los hábitos compartidos en el hogar”.
Finalmente, como forma de romper con el mito de sano=feo, el portal Infosalus expone las recomendaciones de nutricionistas y dietistas, quienes aseguran que involucrar a los niños en las comidas (en cuanto a su compra, elección y preparación); pensar y organizar el menú semanal; una hidratación adecuada con agua (o con jugo de frutas de estación) y un desayuno y merienda más elaborados, acompañados con frutas, son claves para incorporar alimentos sanos y de una manera que gusten.