Si bien la celiaquía, la intolerancia a la lactosa o la sensibilidad a los alimentos existieron siempre, hasta no hace mucho era poco frecuente escuchar que alguien las padeciera. Sin embargo, en los últimos años cada vez son más las personas que manifiestan sufrir alguna de estas enfermedades.
Diario Salud dialogó con Cecilia Llaver, licenciada en nutrición y Decana de la Facultad de Ciencias de la Nutrición de la Universidad Maza (Mat. 968). “Antes no se hacía tanto diagnóstico. Son enfermedades a las que antes tal vez se les daba más importancia en la infancia, pero que no se exploraban en los adultos. Cuando se les empezó a dar lugar en la adultez comenzaron a diagnosticarse, y ante la sospecha de algunos síntomas como urticarias, o manchas en la piel, o inflamaciones intestinales, etcétera, se empezó a indagar en si tenían relación con alguno de estos tipos de patologías”.
Según la nutricionista, el contacto con gluten o con harinas en demasía puede tener que ver con la aparición de estas patologías, pero sobre todo lo que hace a su desarrollo está más vinculado con la carga genética, ya que son enfermedades autoinmunes: “Si familiares muy cercanos, ya sean papá, mamá o hermanos tienen estas enfermedades, sobre todo la celiaquía, la intolerancia, la sensibilidad a algún alimento, la parte genética tiene mucho más que ver con la aparición de estas enfermedades en uno mismo que con las comidas”.
La celiaquía se produce por un daño al revestimiento del intestino delgado, producto (la mayoría de las veces) de un ataque del sistema inmunitario; la intolerancia a la lactosa por la deficiencia de la enzima lactasa (también como parte del intestino delgado) y la sensibilidad de los alimentos es el resultado de una reacción del sistema inmunológico frente a algunos alimentos.
En cuanto a la creencia de que incorporar alimentos que se habían dejado de consumir por un tiempo produzcan intolerancias o sensibilidad, la licenciada aseguró que es muy raro: “Por lo general las intolerancias no se producen por consumir el alimento, sino que es al revés. Primero se declara la enfermedad o aparecen los síntomas y después se ve que la mejor manera de tratamiento es erradicando esos alimentos”.
¿Cómo se diagnostican la celiaquía, la intolerancia y las sensibilidades alimentarias?
Sobre la diagnosis de estas enfermedades, la especialista consultada señaló que se realiza de diversas maneras, como detectando signos y síntomas, pidiendo análisis de sangre y para el caso puntual de la celiaquía, una biopsia del intestino para tener mayor certeza.
Otras pruebas realizadas por los médicos son:
Para la celiaquía:
- Exámenes de sangre para detectar algunos anticuerpos especiales, llamados anticuerpos contra la transglutaminasa tisular (tTGA, por sus siglas en inglés) o anticuepos antiendomisio (EMA, por sus siglas en inglés);
- Pruebas genéticas de la sangre para ayudar a detectar quién puede estar en riesgo de padecer celiaquía.
Y, para la intolerancia a la lactosa:
- Prueba de tolerancia a la lactosa, donde se mide la reacción del cuerpo frente a un líquido que contiene altos niveles de lactosa;
- Prueba de hidrógeno en el aliento;
- Prueba de acidez en las heces.
Tratamiento
Finalmente, Llaver dio algunas recomendaciones para el tratamiento de tales afecciones: “Si hay antecedentes genéticos, hay que evitar el contacto continuo o el consumo permanente de estos alimentos. Si se trata de un niño lactante que tiene problemas con algún alimento o alergia al consumo de leche de vaca, es la mamá la que tiene que prevenir y cuidarse para no transmitirle al menor estos alimentos alérgenos, intolerantes o sensibles”.
También indicó realizar tempranamente la consulta médica ante síntomas que llamen la atención, como inflamación; periodos de diarrea; periodos de estreñimiento y aparición en la piel de algunas urticarias o eczemas. Y pidió no quitar alimentos por decisión propia de la dieta habitual, sino concurrir al médico y al licenciado especialista en nutrición, quienes proporcionaran un plan alimentario y un tratamiento adecuado a cada persona.