El Hospital Santa Isabel de Hungría presentó un servicio esencial para la atención de ACVs. Se trata de la primera unidad de stroke de la provincia, que tendrá por objetivo disminuir los tiempos en el tratamiento de esta lesión.
Estadísticamente, el accidente cerebro vascular es la primera causa de discapacidad en el mundo y la segunda de muerte, ya que, por minuto, perecen 2 millones de neuronas. Es por ello que el tiempo en que es atendida condiciona el pronóstico del paciente. “Trabajar en una red de manejo del ACV desde el pre hospitalario es una solución”, explicó el doctor Adolfo Savia, médico especialista en medicina de emergencia y jefe del Servicio de Emergencias del Sanatorio Anchorena de Buenos Aires (Mat. 132.685).
Enmarcado en la inauguración del servicio, el profesional habló desde su experiencia en el manejo de stroke y señaló la importancia de trabajar en equipo para atender un ACV desde que el hospital recibe el llamado: “La recanalización del paciente empieza desde el domicilio. Cuando un familiar o conocido detecta signos y síntomas y cuando el servicio de emergencias, hospital o sanatorio recibe el llamado y lo codifica con código de Stroke, se puede revertir más rápido la lesión. De esta manera, se activa todo un protocolo que agiliza los tiempos hasta el encuentro con el cuerpo médico”.
Savia describió la conformación de una buena unidad de ACV, nombrando a administrativos; enfermeros; laboratorio; equipo de imágenes; neurólogos y servicio de emergencias y cuidados críticos dentro del staff, y siguió puntualizando en las intervenciones previas al hospital: “Hay cuatro aspectos que son críticos a considerar en el servicio de emergencias: el diagnóstico de ACV; el traslado al centro adecuado con una pre notificación a la unidad de Stroke; la optimización de los tiempos de traslado y el rol del receptor del llamado”.
En concordancia con lo anterior, manifestó que todas las intervenciones pre hospitalarias deben hacerse en movimiento, ya que los tiempos muertos son esenciales para no demorar traslados ni derivaciones. Por ello, indicó que un código de ACV es fundamental para la actuación del equipo completo:
“Tenemos que tener un código de ACV como tenemos un código de paro, de catástrofes o de accidentes con víctimas múltiples. Con este se puede mandar el recurso más adecuado o ser la puerta de entrada al manejo posterior del stroke. El mismo funcionaría de la siguiente manera: primero, intentando que alguien, a los 90 segundos, atienda el teléfono. Es decir, que yo marque el 107, o el 911, o el número del servicio de emergencias privadas al cual estoy afiliado y que, en 90 segundos, alguien con capacidad de enviar una ambulancia atienda y de respuesta. Y luego, que el primer contacto con un médico sea entre los 8 y los 15 minutos de haber llamado. El equipo pre hospitalario también debe saber que el tiempo de atención en domicilio no debería exceder los 15 minutos, salvo que les requiera una intervención para salvar la vida del paciente”.
De acuerdo al especialista, los objetivos anteriores son viables si se establecen como protocolares en el servicio y si se tiene la precaución de medir los tiempos y las acciones con planillas o con aplicaciones como Angels. Esta es una plataforma que, mediante un reloj y alarmas, “molesta” al médico para capitalizar los tiempos. El cronometraje es continuo: cuando se cumplen 15 minutos, comienza a vibrar; a los 17 prende una alarma lumínica y sonora; y a los 20, una persona llama por teléfono al doctor para que justifique si realmente tiene que pasar más de 15 minutos en el domicilio.
“Cualquier herramienta es buena mientras la sepamos usar. Y saberla usar significa recibir siempre el llamado, aceptar al paciente y activar el equipo del servicio. Tenemos las primeras evidencias de que hacer un protocolo pre hospitalario de Stroke cambia los tiempos puerta aguja de los pacientes y cambia la cantidad de pacientes que reciben tratamiento de recanalización”, finalizó el doctor.