El mundo actual ya es inimaginable sin el celular. Tanto es así que hoy muchos viven obsesionados con este aparato. Los teléfonos móviles ya son parte “natural” del moderno sistema de telecomunicaciones. Incluso, en muchos países los utiliza más del 50% de la población, y el mercado crece a gran velocidad.
Pero, en los últimos años, con el aumento de los casos de cáncer -una de las principales causas de muerte en todo el mundo- han crecido las inquietudes en cuanto a las posibles vinculaciones entre nuestros inseparables teléfonos y el riesgo de desarrollar tumores malignos.
Dado el gran número de usuarios de teléfonos móviles, es importante investigar, comprender y seguir de cerca las repercusiones que podrían tener en la salud pública.
En las dos últimas décadas se han realizado un gran número de estudios para determinar si los celulares pueden plantear riesgos para la salud. Pero hasta la fecha no se ha confirmado que su uso tenga efectos perjudiciales para la salud.
Según la Organización Mundial de la Salud, la principal consecuencia de la interacción entre la energía radioeléctrica y el cuerpo humano es el calentamiento de los tejidos.
En el caso de las frecuencias utilizadas por los teléfonos móviles, la mayor parte de la energía es absorbida por la piel y otros tejidos superficiales, de modo que el aumento de temperatura en el cerebro o en otros órganos del cuerpo es insignificante
En varios estudios se han investigado los efectos de los campos de radiofrecuencia en la actividad eléctrica cerebral, la función cognitiva, el sueño, el ritmo cardíaco y la presión arterial en voluntarios. Hasta la fecha, esos estudios parecen indicar que no hay pruebas fehacientes de que la exposición a campos de radiofrecuencia de nivel inferior a los que provocan el calentamiento de los tejidos tenga efectos perjudiciales para la salud.
Las investigaciones epidemiológicas para analizar los posibles riesgos a largo plazo derivados de la exposición a las radiofrecuencias se han centrado sobre todo en hallar un nexo entre los tumores cerebrales y el uso de teléfonos móviles. Sin embargo, dado que numerosos tipos de cáncer no son detectables hasta muchos años después del contacto que pudo provocar el tumor y el uso de los teléfonos no se generalizó hasta principios del decenio de 1990, a día de hoy en los estudios epidemiológicos sólo pueden analizarse los tipos de cáncer que se manifiestan en un plazo más breve. Aun así, los resultados de estudios realizados con animales coinciden en que la exposición a largo plazo a campos de radiofrecuencias no aumenta el riesgo de contraer cáncer.
El mayor estudio retrospectivo de casos y testigos en adultos realizado hasta la fecha, conocido como Interphone, coordinado por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC), se ideó para determinar si había vínculos entre el uso de los celulares y el cáncer de cabeza y cuello en adultos.
El análisis de los datos internacionales combinados procedentes de 13 países participantes no reveló un aumento del riesgo de glioma ni meningioma con el uso del teléfono móvil durante más de 10 años. Aunque hay ciertos indicios de un aumento del riesgo de glioma en las personas que se hallaban en el 10% más alto de horas acumuladas de uso del móvil, aunque no se observó una tendencia uniforme de crecimiento del riesgo con el mayor tiempo de uso.
Si bien los datos obtenidos en el estudio Interphone no indican un aumento del riesgo de sufrir tumores cerebrales, el uso cada vez mayor del teléfono móvil y la falta de datos referentes a su utilización por periodos de más de 15 años hacen evidente la necesidad de seguir investigando la relación del uso de este aparato con el riesgo de contraer cáncer cerebral.
Por las dudas, vale prevenir
Si bien los estudios no alertan sobre perjuicios para la salud por el uso del celular, la OSM recomienda como medidas preventivas: usar elementos de “manos libres” para mantener los teléfonos lejos de nuestra cabeza; limitar el número y duración de las llamadas; y usar el teléfono en zonas de buena recepción, pues esto hace que el celular trasmita con una potencia de salida reducida.
Lo sugerible es enviar más textos en lugar de hablar por teléfono y limitar el uso (de adultos y niños) del celular.
En concreto, dado el uso cuasi abusivo de los teléfonos móviles, sobre todo en los jóvenes y, por consiguiente, la posibilidad de una exposición más prolongada a lo largo de la vida, la OMS impulsa que se ahonden las investigaciones en este grupo de población. Actualmente se realizan diversos estudios que investigan los posibles efectos sobre la salud de niños y adolescentes. Habrá que estar muy atentos a lo que concluyan y actuar en consecuencia para una mejor de calidad de vida para todos.