Los niños sometidos al humo del tabaco pueden desarrollar enfermedades respiratorias tales como asma, neumonía, bronquitis, e infecciones del ámbito otorrinolaringólogo. Asimismo, los lactantes sometidos al humo del cigarrillo tienen más posibilidades de desarrollar el síndrome de muerte súbita del recién nacido.
En cuanto al embarazo, el tabaquismo de la madre incrementa notablemente la posibilidad de abortos espontáneos, además de multiplicar el índice de morbimortalidad perinatal.
Esta última circunstancia se vería favorecida, entre otros factores, por el hecho de que los recién nacidos de mujeres fumadoras suelen venir al mundo con déficit de peso de entre 250 y 500 gramos menos de lo normal. El hogar es uno de lugares donde el niño está más en contacto con el humo.
Los chicos de ambientes urbanos tienen una mayor precocidad a la hora de fumar que los de ambientes rurales.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, el tabaco mata hasta a la mitad de sus consumidores.
El tabaco es una de las mayores amenazas para la salud pública que ha tenido que afrontar el mundo: mata a casi 6 millones de personas al año, de las cuales más de 5 millones son consumidores directos y más de 600.000 son no fumadores expuestos al humo ajeno
Casi el 80% de los más de 1.000 millones de fumadores que hay en el mundo viven en países de ingresos bajos o medios, donde es mayor la carga de morbilidad y mortalidad asociada al tabaco.
El humo ajeno es el que llena restaurantes, oficinas y otros espacios cerrados cuando la gente quema productos de tabaco como cigarrillos, bidis y pipas de agua. El humo del tabaco contiene más de 4.000 productos químicos, de los cuales se sabe que al menos 250 son nocivos, y más de 50 causan cáncer.
No hay un nivel seguro de exposición al humo de tabaco ajeno.
En los adultos, el humo ajeno causa graves trastornos cardiovasculares y respiratorios, en particular coronariopatías y cáncer de pulmón. Entre los lactantes causa muerte súbita. En las mujeres embarazadas ocasiona bajo peso ponderal del recién nacido.
Casi la mitad de los niños respiran normalmente aire contaminado por humo de tabaco en lugares públicos. Más del 40% de los pequeños tienen al menos un progenitor que fuma.
Todas las personas deberían poder respirar aire sin humo. Las leyes contra el humo protegen la salud de los no fumadores, son bien acogidas, no perjudican a los negocios y animan a los fumadores a dejar de fumar.
La mayoría de los fumadores que conocen los peligros del tabaco desean dejarlo. El asesoramiento y la medicación pueden duplicar con creces la probabilidad de que un fumador que desea abandonar el tabaco lo consiga.
En los adultos, el humo ajeno causa graves trastornos cardiovasculares y respiratorios, en particular coronariopatías y cáncer de pulmón. Entre los lactantes, muerte súbita. En las embarazadas ocasiona bajo peso del recién nacido
Las advertencias gráficas pueden persuadir a los fumadores de que protejan la salud de los no fumadores fumando menos en el interior de las viviendas y evitando fumar cerca de los niños. Esas advertencias promueven considerablemente la sensibilización de las personas respecto de los peligros del consumo de tabaco.
Las campañas en los medios de comunicación también pueden ayudar a reducir el consumo de tabaco alentando a la gente para que proteja a los no fumadores y convenciendo a los jóvenes para que abandonen el tabaco.
La prohibición general de todas las formas de publicidad, promoción y patrocinio del tabaco permitiría reducir el consumo de tabaco en un 7%, aproximadamente, como media, si bien en algunos países se podría lograr una disminución de hasta el 16%.
Una batalla mundial
La OMS está determinada a luchar contra la epidemia de tabaco. El convenio marco de la OMS para el Control del Tabaco entró en vigor en febrero de 2005. Desde entonces, se ha convertido en uno de los tratados más ampliamente respaldados en la historia de las Naciones Unidas y ha sido suscrito por 180 Partes, que representan el 90% de la población mundial.
Este acuerdo, el instrumento más importante la OMS para el control del tabaco, es un hito en la promoción de la salud pública. Es un tratado basado en pruebas científicas que reafirma el derecho de las personas al nivel más alto posible de salud, establece perspectivas jurídicas para la cooperación sanitaria internacional y fija criterios rigurosos en lo relativo al cumplimiento.
Medidas antitabáquicas
- Vigilar el consumo de tabaco y las medidas de prevención.
- Proteger a la población del humo de tabaco.
- Ofrecer asistencia a las personas que deseen dejar de fumar.
- Advertir de los peligros del tabaco.
- Hacer cumplir las prohibiciones sobre publicidad, promoción y patrocinio.
- Aumentar los impuestos al tabaco.
En general, todo tabaquismo pasivo, sea durante el embarazo o en las primeras etapas de la infancia, es perjudicial para los niños. Los pulmones siguen creciendo durante algunos años después del nacimiento, el número de alvéolos aumenta y la exposición al tabaquismo limita su crecimiento.
La exposición al tabaquismo pasivo da por resultado irritación e inflamación de las vías respiratorias y si esto se vuelve crónico, habrá cicatrización (depósito de tejido conjuntivo) en las paredes de las vías respiratorias, lo que reduce su tamaño y las vuelve más rígidas.