Practicar ejercicio físico de forma regular como caminar a paso ligero, correr o nadar, se asocia con un menor riesgo de padecer hasta 13 diferentes tipos de cáncer.
Existe un potencial beneficio del ejercicio, es decir, cuanto más ejercicio, mayor beneficio. Por lo general, los atletas de élite o las personas que más ejercicio han practicado poseen un 40% menos de riesgo de mortalidad por cáncer que el resto de la población. Sin embargo, este planteamiento puede conllevar una revisión de si esta asociación es realmente cierta.
Así, las personas físicamente activas pueden seguir otras conductas saludables como una dieta equilibrada, un menor consumo de alcohol y tabaco o un mejor acceso a los servicios médicos que el resto. De tal manera que, siguiendo los patrones mencionados, podría pensarse que el ejercicio físico en sí mismo quizás no tenga tales efectos antitumorales.
No obstante, la evidencia científica muestra que el ejercicio físico tiene potenciales efectos antitumorales a través de distintos procesos biológicos. En primer lugar, numerosos mecanismos indirectos median en los beneficios del ejercicio físico contra el cáncer.
La actividad física reduce la expresión de oncogenes (genes con gran capacidad de mutación y por tanto tumorigénicos); reduce los niveles de hormonas sexuales circulantes; induce la defensa antioxidante en muchos tejidos, previniendo así que los radicales libres dañen el ADN haciéndolo mutar.
Además, combate numerosas alteraciones metabólicas, como la obesidad, la inflamación crónica y la resistencia a la insulina, todos ellos factores asociados con algunos tipos de cáncer.
De acuerdo con esto, podemos asegurar que el ejercicio físico posee un claro papel preventivo y terapéutico en muchos tipos de cáncer.
Investigadores del Instituto Nacional del Cáncer, en Estados Unidos, publicaron un estudio que asocia la práctica de ejercicio físico con un menor riesgo de sufrir trece tipos de tumores.
La investigación, para la que se han utilizado datos de 1,4 millones de personas, muestra cómo varía en los humanos el riesgo de sufrir cáncer dependiendo de si realizan o no actividad física habitualmente.
Según este estudio, el riesgo de sufrir adenocarcinoma de esófago es un 42% menor para los individuos que realizan una actividad deportiva de forma habitual respecto a los que no lo hacen.
De la misma forma, el riesgo de sufrir cáncer de pulmón es 26% más bajo en deportistas, así como un 23% para cáncer de riñón, 22% para el de cardias gástrico, 21% para cáncer endometrio, 20% para leucemia mieloide, 17% para el mieloma, 13% para cáncer de vejiga, un 10% para cáncer de mama y 29% de cáncer colorrectal.
Si se tienen en cuenta todos los tipos de cáncer, los aficionados a la actividad física cuentan con un 7% menos de probabilidades de sufrir cáncer que las personas sedentarias
Este estudio demuestra también que practicar deporte aumenta el riesgo de sufrir cáncer de próstata (en un 5%) y el melanoma maligno (27%).
Los autores destacan la limitación de su estudio al no analizar la dieta, el consumo de tabaco u otros factores que también podrían afectar al riesgo de padecer cáncer.
Estos resultados demuestran que promocionar la actividad física es clave para la prevención y el control del cáncer.
En relación a la cantidad de actividad física, se recomienda seguir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (acumular por lo menos 150 minutos semanales de ejercicio moderado-intenso) aunque se ha demostrado que hasta 10 minutos diarios de ejercicio a alta intensidad podrían ser suficientes para promover un cierto efecto antitumorigénico.
Lo que está claro es que los hombres y mujeres de todas las edades deben ser alentados a llevar un estilo de vida más activo físicamente por el bien de su salud a largo plazo.