Realizar actividad física se cuenta entre los hábitos saludables que permiten llevar una vida mejor y más sana. Hacer algún deporte que nos guste, ir al gimnasio, trotar, hacer spinning, o trekking, y hasta aquellas actividades que consideramos nuestro “mejor vicio” como puede ser jugar al fútbol los domingos con los amigos o ir a zumba, requieren de un chequeo médico, sobre todo cuando la edad aumenta y cuando el esfuerzo será demandante.
La actividad física y el deporte reducen la mortalidad general y cardiovascular, pero durante la práctica de ejercicio aumenta el riesgo de que aparezcan manifestaciones de alguna enfermedad no diagnosticada.
Todos conocemos casos de deportistas famosos, muchos de ellos jugadores de fútbol, que han sufrido lo que llaman muerte súbita. Han muerto jugando el deporte al cual habían dedicado su vida. Según la Federación Argentina de Cardiología, la muerte súbita en el deporte es un evento de baja incidencia pero que, en el 85% de los casos, tiene causas cardiovasculares.
En la mayoría de los casos, estos eventos se podrían prevenir a través de la evaluación médica antes de realizar una actividad física. El famoso chequeo médico o “apto físico”.
Qué es la muerte súbita
La muerte súbita es un deceso inesperado, no violento ni traumático, que no tiene síntomas previos. En el 80 al 90% de los casos, se produce por una causa cardiovascular y, especialmente, por un paro cardíaco.
Un paro cardíaco es producto de una desincronización eléctrica del ritmo del corazón. Si bien esta falla eléctrica puede originarse en una obstrucción coronaria, se caracteriza por la pérdida súbita del pulso que desemboca en la muerte, si no se interviene en cuestión de minutos. En la Argentina, si bien no hay estadísticas precisas, se estima que más de 35.000 personas fallecen cada año por esta causa.
Qué chequeos debería incluir el “apto físico”
La Dra. Julieta Nerviani, del servicio de Cardiología del Centro Médico Chacras, especificó a Diario Salud, sobre los chequeos que se deben hacer, según el paciente y el tipo de actividad física que realice. Al respecto nos comentó que en primer lugar el médico debe efectuar un importante interrogatorio sobre antecedentes familiares: si la persona presenta algún tipo de síntoma cuando realiza actividad física (palpitaciones, disnea, dolor torácico, etc.); sus antecedentes personales de relevancia; evaluación de eventuales factores de riesgo; si se toma alguna medicación habitual; y, por supuesto, realizar un correcto examen físico con medición de presión arterial en ambos brazos, auscultación cardíaca y medición de pulsos periféricos, entre otras exploraciones.
Nerviani nos recuerda que en su mayoría todos los clubes, o asociaciones deportivas solicitan a sus deportistas la realización de un electrocardiograma, ya que permite la detección de alteraciones eléctricas, arritmias, modificaciones que sugieran la presencia de enfermedades del músculo cardíaco o trastornos de la conducción eléctrica.
También existen otros estudios específicos que ayudan al diagnóstico sobre la salud cardiovascular:
- El Ecocardiograma: permite analizar el tamaño del corazón (cavidades y paredes), forma de contracción, estado de las válvulas. Se sugiere realizarlo en pacientes que no tienen un ecocardiograma Doppler previo y repetirlo cada 2-5 años según el nivel de entrenamiento que realice.
- La Ergometría (prueba de ejercicio) de 12 derivaciones: consiste en hacer un esfuerzo a partir de ciertos protocolos, controlando a la persona con un electrocardiograma en forma permanente y tomando la presión cada 2 o 3 minutos. Permite obtener datos sobre la respuesta del corazón al esfuerzo intenso (igual o superior al ejercicio que se va a practicar) con eventual diagnóstico de isquemia (falta de llegada de sangre al corazón por enfermedad de las arterias coronarias), arritmias, hipertensión arterial al esfuerzo.
- En deportistas mayores de 35 años con (al menos) un factor de riesgo cardiovascular y que realicen actividad física de intensidad moderada, se aconseja realizar periódicamente una prueba ergométrica graduada (PEG). En este estudio se buscará que alcancen el mismo esfuerzo que durante el deporte para el cual entrenan.
La edad y los antecedentes influyen en el estudio:
En general, el criterio médico indica que en deportistas jóvenes, sin síntomas y sin antecedentes familiares de enfermedades cardíacas, un examen físico normal y un electrocardiograma debería ser suficiente para permitir la práctica de un deporte.
En jóvenes involucrados en deportes que requieran entrenamientos de alta intensidad, se aconseja la realización periódica de un ecocardiograma.
En personas mayores de 35 años, o en aquellas de menos edad que presenten factores de riesgo (colesterol alto, diabetes, cigarrillo, obesidad, hipertensión arterial, antecedentes familiares de enfermedades cardíacas en menores de 55 años), el Apto Físico debería incluir la prueba ergométrica de 12 derivaciones.
En personas de mayor edad es necesario ahondar más con los estudios y realizar, además del examen físico y el electrocardiograma de reposo, una ergometría, ecocardiograma y exámenes de laboratorio.
Los deportistas de alto rendimiento, suelen llevar la exigencia cardiovascular al límite y a su vez, en ocasiones, no darle importancia a los síntomas. En ellos además del control cardiológico anual con electrocardiograma se sugiere realizar un seguimiento más cercano de los espesores y diámetros cardíacos con ecocardiograma y una PEG.
En conclusión, realizar un chequeo médico en profundidad antes de una participación deportiva tiene como objetivo la detección de enfermedades que puedan empeorar con el ejercicio intenso o predisponer a un evento cardíaco. Y, en consecuencia, es un hábito saludable más que ayudará a tener una mejor calidad de vida.