Apenas en 2023 salieron y muy rápido se comenzaron a “popularizar” en el mundo nuevos inyectables para bajar de peso. De manera reciente, también comenzó a comercializarse su versión oral con valores que, por el momento, son para pocos bolsillos. Se trata de drogas diseñadas en Dinamarca y utilizadas en buena parte del mundo occidental en donde Argentina no es la excepción. Estos fármacos habían sido aprobados para tratar la diabetes tipo 2, pero demostraron tener propiedades en el abordaje del sobrepeso, siempre en el marco de un cambio de hábitos y bajo supervisión médica.
La semaglutida y la tirzepatida, son dos de los principios activos más utilizados en los nuevos fármacos. Estas drogas impactan en la producción de insulina, el control del apetito y la sensación de saciedad. Los fármacos autorizados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), más conocidos por su denominación comercial son Ozempic™ y Mounjaro™ para el tratamiento de la diabetes; y Wegovy™ y Zepbound™ para el tratamiento de la obesidad.
En Argentina, Ozempic™ está autorizado para los pacientes diabéticos y Wegovy™ para el abordaje terapéutico de la obesidad, según las especificaciones determinadas por la ANMAT. Los resultados son alentadores después de un año de tratamiento, pero para mantenerlos el paciente debe adherir a la reeducación de su alimentación y a la actividad física. Los fármacos de esta clase son agonistas del GLP-1, una hormona que se produce en el intestino post ingesta de alimentos y actúa a nivel central promoviendo la saciedad.
Por otro lado, son imitadores de las hormonas intestinales naturales que afectan al metabolismo del organismo y a las señales de hambre en el cerebro. Así, trabajan con la regulación del apetito y al tratamiento de la desregulación del apetito pasa por estas hormonas intestinales. Los pacientes afirman que dejan de tener el antojo constante de ingerir alimentos. Se sienten satisfechos con porciones mucho más pequeñas. Bajan de peso porque comen menos de manera natural, no porque queman más calorías.
Cada medicamento tiene un tope en su capacidad para bajar de peso y la clave es la utilización controlada de estos fármacos. En segundo lugar, es crucial el cambio de hábitos alimentarios para seguir una dieta saludable y la incorporación de actividad física de manera regular con el fin de no perder masa muscular y realizar un cambio duradero.
Los especialistas advierten que estos medicamentos tienen efectos secundarios, pero mucho más leves que sus predecesores. Aunque los fármacos son seguros y por eso fueron autorizados por las agencias reguladores, algunos especialistas en medicina de la obesidad alertan que se debe ser cauteloso. En especial porque son muy nuevos y se desconocen los efectos de largo plazo o sin las personas deben tomarlos de por vida para mantenerse.
Sin embargo, dado que la obesidad está asociada con una larga lista de problemas médicos graves como la diabetes, enfermedades hepáticas, cardiopatías, distintos tipos de cáncer, apnea del sueño y dolor de articulaciones en general la medicina celebra la innovación. Por otro lado, los ensayos han mostrado efectos positivos en la protección contra complicaciones cardiacas como ataques al corazón y derrames cerebrales.
Fuente: Infobae