Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el glaucoma es la segunda causa más común de ceguera en el planeta, luego de las cataratas. Es una enfermedad que afecta al nervio óptico de forma progresiva. Aparece cuando la presión dentro del ojo se eleva por encima de lo normal (es decir, mayor a 21 mm hg). Lo común es que esto se deba a la obstrucción del drenaje del humor acuoso: el líquido que se encuentra dentro del ojo y le confiere tonicidad.
Lo más importante como medida preventiva es asistir a control oftalmológico de forma anual y realizar el examen clínico completo, midiendo la presión intraocular (PIO) y evaluando el nervio óptico a través del fondo de ojo. Y, en caso de detectarse algún indicio de padecer glaucoma, la persona recibirá la debida derivación para su tratamiento.
Aunque la pérdida de visión ya ocasionada resulta irreversible, el tratamiento y su correcta implementación contribuirán a frenar el continuo avance de los daños.
Cabe mencionar que, si bien el glaucoma puede presentarse a cualquier edad, poseen mayor riesgo de padecerlo aquellas personas que tengan parientes directos con la enfermedad, quienes presentan córneas finas o una enfermedad ocular denominada “pseudoexfoliación”, quienes sufren de miopía, diabetes o presión intraocular elevada y los mayores de 60 años.
Tipos de controles
- Medición de la presión del ojo (tonometría).
- Inspección del ángulo de drenaje del ojo (gonioscopía).
- Inspección del nervio óptico (oftalmoscopía, tomografía OCT del
nervio óptico). - Prueba de visión lateral o periférica (prueba de campo visual).
- Medición del grosor de la córnea (paquimetría).
Tipos de glaucoma
Podemos ubicar cuatro tipos de glaucoma, los cuales se diferencian en función del daño producido en el nervio óptico:
● Ángulo abierto: suele ser el más habitual. Por lo general, tiende a ser
hereditario. La presión intraocular aumenta lentamente. Inicialmente no causa síntomas, con el avance de la enfermedad aparece la pérdida de visión periférica y conduce a la ceguera si no es tratado.
● Ángulo cerrado: se produce de forma súbita al aumentar rápidamente la
presión intraocular. Causa dolor intenso, visión borrosa, enrojecimiento y
sensación de inflamación. Hay que tener en cuenta que, cuando se produce
en un ojo, es probable que más tarde ocurra en el otro.
● Congénito: suele producirse en el séptimo mes de vida intrauterina y
manifestarse entre los primeros días a meses de vida. Se pueden observar
síntomas como opacidad en la parte anterior del ojo, agrandamiento de uno o los dos ojos, lagrimeo y sensibilidad a la luz.
● Secundario: se da como consecuencia de otras patologías oculares previas,
como traumas oculares, administración de glucocorticoides, inflamaciones
oculares o tumores intraoculares.