La ciencia respalda la idea de que el ejercicio no solo beneficia al cuerpo sino que también mejora la función cerebral. Si bien se trata de una relación que se intuye desde hace un tiempo, ahora un estudio de Harvard obtuvo conclusiones más directas entre la memoria y la actividad. A partir de un programa de ejercicio físico moderado durante seis meses se comprobó un aumento en las regiones cerebrales de los participantes del estudio.
Entre otras capacidades, se mejoraron la memoria y el pensamiento. En medio de un contexto en que el estrés, la ansiedad y la multitarea acrecientan los problemas de atención, la capacidad de recordar y de enfocarse se vuelven claves. Así, los científicos de la Universidad de Harvard mostraron, una vez más, cómo el ejercicio es un gran aliado para fortalecer la memoria y potenciar las habilidades cognitivas.
Con diversos beneficios probados, la actividad física también es útil para mantener el cerebro en forma. Lo hace al estimular cambios que promueven la formación de nuevos vasos sanguíneos y la salud de las células cerebrales. Según los expertos de Harvard, una de las mejores formas de ejercicio es simplemente caminar de manera habitual. Es decir, al menos tres veces por semana durante más de media hora. Aunque, claro, si hay algún tipo de duda o impedimento siempre hay que consultar con el médico.
Otro punto que se observó en el estudio es que las caminatas o cualquier tipo de ejercicio mejora el estado de ánimo, la calidad del sueño. Además, contribuye a reducir el estrés y la ansiedad que son factores que pueden tener un gran impacto en la función cognitiva. Por este motivo, diversos estudios respaldan la idea de que el ejercicio intenso puede proteger nuestro cerebro del envejecimiento. Actividades como correr, nadar, andar en bicicleta o bailar demostraron generar efectos realmente positivos en nuestra capacidad de pensar y recordar.
Hay que tener en cuenta que cuando se habla de actividad física constante, los científicos establecen un hábito regular de unos 150 minutos por semana. Se trata de tomarlo tan seriamente como tomar un medicamento y de crear una rutina para poder disfrutarla y llevarla adelante sin postergaciones infinitas. Lo ideal es buscar horarios accesibles y actividades que disfrutemos. También, buscar algún aliado que nos acompañe en la práctica y, de a poco, aumentar la intensidad, el ritmo o las cantidades en función de las posibilidades.