El vino tiene, en general, buena prensa. Es porque diversos trabajos de investigación han llegado a la conclusión de que al consumirlo de manera moderada, se ha obtenido un beneficio en relación a la salud cardiovascular.
De hecho, se observó que puede disminuir la mortalidad cardiovascular, lo que podría ser beneficioso para el corazón. Además, algunos estudios determinaron ciertos beneficios en la reducción de la cardiopatía isquémica en personas mayores de 60 años.
Sin embargo, muchos especialistas coinciden en que este tipo de investigaciones ha aportado confusión respecto del consumo de vino y del alcohol en general al creer que pueden ser buenos para el corazón; algo que no siempre es así y que, comparado con las consecuencias que produce el alcohol, pueden ser mínimas.
Sucede que hay médicos que establecen que la disminución del riesgo general de mortalidad cardiovascular no alcanza a suplir el peligro de mortalidad por otras causas. Así, la baja de este riesgo no alcanza para suplantar el resto de dificultades que el consumo de alcohol trae a la salud.
Por otra parte, lo que podría tener un beneficio individual o puntual es mínimo en comparación con el daño global que puede causar tanto a nivel personal como poblacional. En este contexto, los profesionales aseguran que no existe ningún consumo de alcohol que pueda considerarse seguro y, mucho menos, saludable. Ni siquiera una copa de vino o una cerveza por día pueden ser hábitos asociados a la buena salud.
Hay que tener en cuenta que el alcohol está asociado a unas 40 enfermedades diferentes así como a unos 200 problemas de salud. Por otra parte, se menciona que los estudios que muestran el beneficio del vino en aspectos cardiovasculares, pueden estar sesgados en función de la población que se estudie.
Consumo de bajo riesgo
Así, los profesionales insisten en que debe tenderse al mínimo consumo de alcohol posible y, como ideal, que la cantidad sea cero. Aclarada la idea de que no existe consumo saludable, sí se puede hablar de un consumo de bajo riesgo que implica mantener condiciones de salud en la mayoría de las personas.
Este consumo es, en líneas generales, de 20 gramos de alcohol al día, lo que equivaldría a dos cañas de cerveza (250 ml cada una) o dos copas de vino (125 ml cada una) en varones, y 10 gramos, es decir, la mitad en mujeres.
No hay que olvidar que, por diferencias de peso y debido a la presencia de la enzima “alcohol deshidrogenasa”, la población femenina metaboliza peor el alcohol y, por este motivo, en este grupo el consumo considerado de bajo riesgo es menor.
Fuente: Cuidate Plus