Cada vez hay mayor consenso en la diversidad de los tiempos, modos y ritmos de maduración de los niños y, aunque existen edades relativamente establecidas para algunas cuestiones; lo cierto es que cada persona tiene su momento y su particularidad para llegar a lugares similares.
En este sentido, y sin necesidad de establecer un estigma, es importante que los padres realicen la consulta pertinente cuando aparecen dudas respecto de si su hijo o hija puede tener Trastorno del Espectro Autista (TEA) debido a que la importancia de la detección temprana puede facilitarles la vida
Aunque la primera y obligada referencia es el pediatra, cuando existen sospechas de TEA, es fundamental realizar esa valoración diagnóstica exhaustiva en la que debe haber profesionales que tengan una formación específica y que, en lo posible, se encuentren dentro de los ámbitos de la psicología, la medicina y la educación. En este punto, los neuropediatras también suelen ser fuente de consulta y referencia sobre este tipo de estos tipos de trastornos.
Debido a que se trata de un espectro, es complejo especificarlo por las variaciones dentro del mismo. No obstante, en líneas generales, las personas con TEA se comportan, interactúan y aprenden de manera distinta de la mayoría de las personas.
Debido a que todavía hay mucho que aprender sobre esta condición, no es sencillo realizar una detección temprana ya que dentro del mismo sistema sanitario o hay cierto desconocimiento o falta de tiempo de calidad a la hora de la consulta durante los controles obligatorios.
No obstante, es clave que los padres con dudas insistan con el objetivo de confirmar o descartar un diagnóstico que, de ser certero, será útil para la vida del niño y de su familia que, entre otras cosas, podrá atender de manera adecuada, específica y especializada las necesidades del pequeño.
Qué es la atención temprana
La atención temprana es la que se dirige a la población infantil de entre cero y seis años que ha sido diagnosticada de TEA o con riesgo de presentarlo para dar respuesta lo más pronto posible a sus requerimientos durante las primeras etapas de su desarrollo.
El acceso a un diagnóstico facilita la atención que mejora la calidad de vida de niños y niñas con TEA así como el bienestar emocional de sus familias debido a que, entre otras cosas, pueden comprender mejor y, en consecuencia atender, a sus pequeños.
Por otro lado, al tener un diagnóstico certero, las familias tienen la posibilidad de tramitar el carné de discapacidad que da acceso a diversas terapias tanto públicas como mediante sus obras sociales o prepagas de manera “gratuita”.
Un conjunto de signos
El TEA puede ser definido como un trastorno psicobiológico de la intercomunicación, la interacción y la flexibilidad mental que se manifiesta antes de los 30 primeros meses de vida. No se trata de hacer un diagnóstico precoz, sino de detectar un conjunto de signos.
En este sentido, la detección del TEA se basa principalmente en la observación clínica de las conductas del niño, la familia y la relación entre ambos. Algunos estudios muestran que algunas señales durante el primer año de vida están en el dominio de la comunicación e interacción social como falta de contacto ocular o de imitación.
En tanto, después de los dos años, entre otros signos, pueden aparecer intereses sensoriales inusuales y/o comportamientos repetitivos y estereotipados; entre otros síntomas.