El envejecimiento de la población mundial provoca diversos cambios en el sector de la salud pública. Uno de los principales es el que ha declarado a la enfermedad renal crónica como pandemia ya que más del 10 % de la población mundial la padece. A este ritmo, se estima que en 20 años será la quinta causa de muerte en el mundo.
Uno de los problemas, además de la mayor expectativa de vida es que muchos de quienes padecen o están en los inicios de esta dolencia no están diagnosticados. Esto dificulta la prevención o tratamientos intermedios antes de llegar a la diálisis o la necesidad de un trasplante renal.
La importancia de cuidar los riñones se debe a que esta enfermedad no tiene cura. En líneas generales su tratamiento consiste en medidas para ayudar a controlar los síntomas, reducir las complicaciones y retrasar la progresión de la enfermedad.
Para determinar la salud renal de una persona hay que realizar un análisis de sangre con medición de creatinina y un análisis de orina. Quienes deben someterse a los mismos son, en especial, las personas con diabetes, hipertensión arterial, antecedentes familiares de ERC y/o mayores de 65 años.
Síntomas
La Organización Mundial de la Salud enumera algunos signos típicos de la enfermedad renal crónica puede incluir, náuseas, vómitos, pérdida de apetito, fatiga y debilidad, problemas de sueño, cambios en la producción de orina, disminución de la agudeza mental, espasmos musculares y calambres, hinchazón de pies y el tobillo y presión arterial alta.
La misma OMS destaca que los síntomas son a menudo no específicos, lo que significa que también pueden ser causados por otras enfermedades.
Por otra parte, menciona algunos factores que pueden aumentar el riesgo de enfermedad renal crónica como diabetes, presión arterial alta, enfermedades del corazón, tabaquismo y obesidad.
Las reglas de oro para reducir riesgos
La Sociedad Argentina de Nefrología (SAN) ofrece diez recomendaciones para cuidar la salud de los riñones y reducir el riesgo de enfermedad renal crónica. Es importante que las mismas sean monitoreadas o corroboradas por un médico.
1- Realizar actividad física de forma habitual. Ayuda a reducir la presión arterial y, por lo tanto, reduce el riesgo de enfermedad renal crónica.
2 – Controlar el nivel de azúcar en sangre. Aproximadamente el 50 % de las personas con diabetes desarrollan algún grado de daño renal.
3 – Controlar la presión arterial. Asociada a otros factores como diabetes, colesterol alto y enfermedades cardiovasculares, la presión arterial es peligrosa para el riñón.
4 – Comer sano, aumentar consumo de verduras y controlar el peso. Es importante reducir el consumo de ultraprocesados.
5 – Reducir el consumo de sal. Aumenta la presión arterial, que a largo plazo puede llevar a problemas renales.
6 – Hidratarse. El consumo de agua, alrededor de 1,5 o 2 litros por día, puede reducir el riesgo de deterioro de la función renal.
7 – No fumar. El tabaquismo altera la vasculatura renal y potencia fuertemente a los otros factores de riesgo.
8 – No utilizar fármacos que puedan dañar los riñones, como los antiinflamatorios o esteroides.
9 – Realizar chequeo de sangre y orina para analizar el funcionamiento renal si presentan factores de “alto riesgo”.
10 –Recordar que todo lo que afecta al corazón también afecta a los riñones.