La obesidad infantil afecta a niños y adolescentes de todo el mundo. No se trata de un factor estético sino que está directamente relacionado con la salud presente y futura de los futuros adultos. Esto es porque está asociada con mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares o diabetes mellitus. Además, puede favorecer ciertos tipos de cáncer.
Se habla de esta enfermedad cuando se mide el Índice de Masa Corporal (IMC) que es el peso corporal en kilos dividido por la talla en metros al cuadrado. Cuando este resultado está por encima del 85 % de los valores de esa población se habla de sobrepeso infantil y, si está por debajo del 95 %, se habla de obesidad infantil.
No existe una sola causa de sobrepeso en los chicos sino que se produce por diversos factores interrelacionados que pueden potenciarse entre sí y perpetuar el aumento de la grasa corporal hasta la edad adulta.
Entre las principales causas de esta enfermedad se encuentra el factor genético. Aunque no es determinante; si inciden en el 30 % a 50 % de los casos. Sin embargo, más allá de los genes, lo que más influye en estos casos es el llamado ambiente que puede producirse en relación a hábitos de salud aprendidos en la niñez.
De este modo, la obesidad infantil tiene que ver con la interrelación de diversos factores como la herencia, el entorno y factores psicosociales como el ambiente familiar, escolar, nivel socioeconómico, etcétera.
Consecuencias para la salud
El impacto en la salud es generalizado. Se destaca la posibilidad de aumento de diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial, elevación de triglicéridos, descenso de colesterol HDL y aparición de problemas cardiovasculares como rigidez arterial, hipertrofia ventricular, aterosclerosis, etc.
Además, crece el riesgo de asma bronquial, apnea obstructiva del sueño y la posibilidad de que aparezca hígado graso u otras afecciones hepáticas.
En niñas puede haber una maduración sexual precoz y otros problemas como aparición de más cantidad de vello facial (hirsutismo), acné y trastornos menstruales.
Pero las consecuencias físicas no son las únicas ya que los niños que padecen obesidad infantil también suelen ser mayor blanco de bulling así como tienen más chances de sufrir depresión, baja autoestima y ansiedad.
Cómo prevenir
La prevención no es sencilla sino que tiene que ver con inculcar o modificar de manera paulatina pero constante hábitos de vida saludables y activos.
Entre los cambios en la dieta, lo ideal es fomentar la ingesta de al menos 5 raciones de fruta o vegetales de forma diaria, reducir alimentos hipercalóricos ricos en grasas saturadas, evitar gaseosas o jugos azucarados y disminuir la comida chatarra.
Además es importante disminuir el sedentarismo y limitar a menos de dos horas las actividades frente a las pantallas para favorecer las actividades físicas al aire libre y las rutinas de ejercicios –en función de gustos, posibilidades, edades y recomendación profesional.
Fuente: Cuidate Plus