Los cambios de estación, los días grises, la lluvia, el frío o el excesivo calor son factores climáticos que pueden influir en el estado de ánimo. Aunque aún queda mucho por investigar, los especialistas señalan que cada vez hay más evidencia científica entre el modo en que nos sentimos y el estado del clima.
Esta relación se observa, principalmente, en el llamado trastorno depresivo con patrón estacional o lo que se conoce de manera más común como trastorno afectivo estacional o “depresión estacional”.
Este último nombre más coloquial se debe a que los síntomas que suelen aparecer están relacionados con esta enfermedad: decaimiento, desgano, pérdida de apetito, insomnio, dificultad o incapacidad para salir de casa o conocer gente, cansancio, dificultad para respirar; entre otros.
El trastorno suele observarse más en el invierno debido a que puede estar relacionado con la menor exposición a la luz solar. Sin embargo, también pueden surgir en primavera o en verano y la recomendación siempre es la consulta con un profesional.
En este sentido, los especialistas explican que existe una concordancia entre los cambios de estación y el decaimiento; algo que puede afectar a una cuarta parte de los pacientes diagnosticados.
La disminución de la luz solar es uno de los factores más estudiados, por lo que este tipo de trastornos se observa más durante el otoño y el invierno. En este sentido, existen investigaciones que han mostrado mayor tendencia a la depresión en poblaciones de un mismo país pero ubicadas en zonas más frías o lluviosas.
No obstante, es importante aclarar que el clima es solo uno de los factores que puede influir en el estado de ánimo –entre otros como la economía, la situación personal o familiar, el contexto laboral, las tendencias individuales, etc.
Es que, por ejemplo, los estudios también han demostrado que, dentro de Europa, los países escandinavos –con climas particularmente desapacibles, no tienen más casos de depresiones que otros países.
Sin embargo, los cambios en la mirada del ser humano, ha empezado a considerar el entorno como uno de los causantes de la salud en general y de la salud mental en particular ya que la mirada es cada vez más integral y amplia en lo que respecta a observar el entorno de la persona y su salud mental.
En la actualidad, quienes son diagnosticados con trastornos afectivos estacionales suelen sumar –a las tradicionales terapias psicológicas y/o psiquiátricas- la llamada terapia de la luz.
La fototerapia, así, expone al paciente de forma sostenida a una fuente de luz de una determinada intensidad.
Del otro lado de la cuestión, también hay estudios y opiniones que aprecian una mayor aparición de episodios de manía e hipomanía (euforia excesiva) en los meses de calor como la primavera y el verano.
Fuente: Cuidate Plus