Los linfomas constituyen un tipo de cáncer del sistema linfático. Dicho sistema se encuentra compuesto por los ganglios linfáticos y una extensa red de vasos que los conectan, denominados vasos linfáticos. Estos órganos forman parte del sistema inmunológico que se encarga de la defensa del organismo. Los ganglios linfáticos se distribuyen por todo el cuerpo. Algunos son accesibles a la palpación (cuello, axilas, ingles) y otros son profundos, hallándose en el interior del tórax y del abdomen. El tejido linfático se encuentra ampliamente distribuido en el organismo, hallándose también en amígdalas, tubo digestivo, bazo, timo y médula ósea.
Los linfomas se dividen en dos grandes grupos: Linfoma de Hodgkin (también conocido como “enfermedad de Hodgkin”) y Linfoma No Hodgkin (LNH). Cada 90 segundos se diagnostica a una persona con LNH en el mundo, para sumar un total de 735.000 nuevos casos al año, entre ambos tipos. Así, esta enfermedad produce 200.000 muertes al año. Existen a su vez muchos subtipos de LNH, aproximadamente cerca de 60. En conjunto, los linfomas afectan a 1 de cada 5.000 personas. La mayor parte de ellas tienen altas probabilidades de curación si son diagnosticadas y tratadas a tiempo.
Aún se desconocen las causas primarias que llevan al desarrollo de los linfomas. Algunas investigaciones relacionan su aparición con factores ambientales y con ciertos productos tóxicos. Sin embargo, no se ha demostrado una relación directa con ninguno de ellos. Se sabe que las personas con un déficit en la inmunidad, tanto congénito como adquirido (HIV-SIDA, pacientes receptores de un trasplante de órganos o que están siendo tratados con drogas inmunosupresoras), presentan un mayor riesgo de desarrollarlos, lo cual se ha vinculado con un fallo en los sistemas de vigilancia del propio organismo.
Realizar un diagnóstico precoz resulta sumamente importante para poder iniciar el tratamiento adecuado, a fin de lograr los mejores resultados. La enfermedad puede adquirir distintas formas de presentación. En algunos casos, su diagnóstico puede no ser sencillo, dado que no hay pruebas de laboratorio específicas que detecten los linfomas. El éxito en la cura de linfoma de Hodgkin es de un 90% si se detecta en forma temprana.
El 75% de los pacientes diagnosticados no conocían los síntomas, que se manifiestan con un agrandamiento indoloro de un grupo ganglionar, o con síntomas generales inespecíficos como: pérdida de peso, sudoración profusa generalmente nocturna, fiebres inexplicables; sin una causa infecciosa que los justifique. Otros síntomas pueden ser la fatiga, falta de energía, pérdida de apetito, tos y/o picazón persistente en todo el cuerpo (generalmente sin lesiones visibles en la piel), sensación de falta de aire o infecciones recurrentes. Si bien el agrandamiento ganglionar suele ser una de las primeras manifestaciones, se debe tener en cuenta que, la mayor parte de las veces, dicho aumento responde a causas no tumorales sino infecciosas. De allí que es tan importante la consulta precoz con el especialista, quien decidirá los exámenes de laboratorio, estudios de imágenes y la necesidad de la biopsia ganglionar para arribar al diagnóstico de certeza.
La elección del tratamiento depende de varios factores, entre ellos el subtipo de linfoma, la extensión de la enfermedad y la edad del paciente. Para su tratamiento se utilizan por sí solas o combinadas diversas estrategias tales como la quimioterapia, la radioterapia y los anticuerpos monoclonales. En determinados subtipos de linfomas, y bajo circunstancias muy precisas, algunos pacientes pueden ser tratados con trasplante de médula ósea. En casos seleccionados, a pesar de la naturaleza tumoral de la enfermedad, puede estar indicada la observación estrecha con abstención terapéutica.
El análisis de varias series de pacientes ha mostrado que el 58 % de los pacientes tardaron 6 meses en concurrir al médico después del primer síntoma y que apenas el 20 % había sospechado la enfermedad antes del diagnóstico, ya que el 73 % desconocía la existencia de la misma. Por ello, las campañas como el Día Mundial del Linfoma o la labor de organizaciones como la Asociación Civil Linfomas, Mielodisplasias y Mielofibrosis Argentina (ACLA), Fundación Argentina Mieloma (FAM) y la Asociación Leucemia Mieloide Argentina (ALMA) resultan muy importantes, ya que logran que se sepa más sobre estas patologías y (fundamentalmente) sobre los síntomas, que son la clave para su diagnóstico temprano y el éxito de los tratamientos, así también, ofrecen a los pacientes acompañamiento y defensa de sus derechos.
Si quiere conocer más sobre los linfomas visite la web www.linfomasargentina.org.
Redacción:
Dra. Sofía Burgos – Asesora Médica de la Asociación Civil Linfomas, Mielodisplasias y Mielofibrosis Argentina (ACLA) – M.N. 147.448
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