Aunque cada vez hay más evidencia de que las harinas refinadas no son lo mejor para la salud en líneas generales, no se trata solo de dejar todo lo que contiene harinas o almidones. Esto es porque el cuerpo necesita de algunos de estos alimentos y no es bueno eliminar un grupo de nutrientes así como así. Como siempre, lo ideal siempre es consultar a los especialistas, en especial cuando de cambios en el largo plazo se trata.
El primer problema cuando se habla de dejar las harinas es que muchas veces se hace referencia a todos los alimentos como si fuera lo mismo entre los que se incluye desde el pan o los procesados hasta papa, pastas, arroz o azúcar. En este marco, una alimentación sin harinas se restringiría al consumo de frutas frescas, legumbres, verduras y hortalizas, carnes, aves, pescados, huevos y lácteos, entre otros.
Beneficios principales
Una de las primeras consecuencias de una alimentación sin harinas refinadas es el descenso de peso ya que es una manera de reducir el aporte de carbohidratos. Además, si se cambian las harinas blancas que son las más procesadas por las integrales o menos procesadas, las personas experimentan una mayor sensación de saciedad y reducción del apetito. Esto es porque las fibras de las harinas sin refinar ayudan a que el hambre tarde más en aparecer.
En el largo plazo, el menor consumo de harinas “blancas” previene diversos tipos de enfermedades no solo relacionadas con el exceso de peso sino también con la diabetes, como una de las enfermedades de mayor prevalencia. En la misma línea, van a bajar los niveles de triglicéridos debido a que el hígado dejará de crear la grasa que se genera a partir del exceso de glucosa, que aportan estos carbohidratos.
Y como consecuencia de esto, también se regulan los valores de presión arterial, que junto con los factores antes mencionados (diabetes, obesidad, síndrome metabólico, etc) aumentan el riesgo de padecer problemas cardiovasculares.También es posible que se experimente una mayor estabilidad en los niveles de azúcar en sangre, lo que puede ayudar a controlar los antojos de comida y prevenir picos de insulina.
La abstinencia y las recomendaciones
Los carbohidratos sirven como combustible al corazón y al cerebro, razón por la cual deben ocupar entre el 50% y 55% de los alimentos ingeridos durante el día. En las primeras semanas sin consumir harinas es probable que se experimente una disminución de los niveles de energía. Sin embargo, se trata de algo momentáneo, un poco asociado a la sensación de abstinencia que suele venir de la mano del cambio de un cambio de hábitos tan radical como es el dejar de comer alimentos procesados.
Así, a medida que pasan los días, es posible que se noten mejoras en la digestión, ya que, como se dijo, las harinas refinadas carecen de fibra, y al eliminarlas, el sistema digestivo puede funcionar de manera más eficiente, reduciendo la hinchazón y el malestar abdominal. En este marco, se recomienda la elección de productos integrales en primer lugar.
En segunda instancia, la idea es reducir su consumo a partir de complementos o baja de porciones y no eliminarlas por completo. Para ello es necesario encontrar las opciones saludables que permitan reemplazarlas por alimentos nutritivos, que aporten los carbohidratos necesarios. Puede ser avena, harinas de legumbres o integral, entre otras opciones.
Fuente: Infobae