Cuando un bebé sano y en general tranquilo comienza a llorar sin motivo aparente, es probable que sea por gases o cólicos. Sin embargo, muchas veces los padres y las madres no tienen claro cómo detectar estas molestias que suelen ser comunes en los niños.
Este tipo de molestias que suelen incomodar bastante a quienes buscan calmar a los lactantes no son graves y surgen de la inmadurez del aparato digestivo. Se trata de una dolencia transitoria que no es grave. Por otro lado, algunos niños tienden a producir más gases, sin que se sepa a ciencia cierta el motivo.
Aunque no hay recetas infalibles para detectarlos, sí existen pistas que pueden guiar a los adultos a cargo del bebé si se trata de un cólico. En este sentido, también hay claves para aliviar el síntoma.
Entre las señales del cólico se pueden destacar:
- El cuerpo del bebé se pone tenso
- El bebé cierra los puños
- Su abdomen se pone duro
- Estira y recoge las piernas
- Busca el pecho porque lo calma, pero después lo rechaza
- A diferencia de los gases, suelen presentarse a la misma hora
Pautas para calmar al bebé
Tanto el llanto por gases como por cólicos puede llegar a desesperar a los padres y esto es lo primero a evitar debido a que una situación de nervios puede agravar el cuadro. Así, una manera de mantener la compostura tiene que ver con recordar que es un proceso transitorio que no reviste gravedad.
Además de calma personal, algo que al bebé le hace bien el contacto físico, estar piel con piel. La clave de esto y de mantener la calma es que mientras más llora, más gases puede tener y hay que evitar ese círculo vicioso.
Con la intención de relajar al pequeño así como a uno mismo, los ruidos blancos o sonidos suaves sirven para crear un ambiente más tranquilo. Ecos como de las olas del mar o del aire de forma mantenida pueden servir del mismo modo que las luces tenues contribuyen a que el entorno esté en calma y, por tanto, son una ayuda a tener en cuenta.
Por último, también se puede tomar al niño en brazos para que se relaje, mecerlo, hablarle, cantarle, acariciarlo, todo lo que sea transmitirle calma es positivo. Un masaje en la pancita, flexionarle las piernas sobre el abdomen y ponerlo boca abajo pueden aliviar esta sintomatología. Incluso se puede recurrir a un baño relajante o a sacar a nuestro pequeño de paseo.
Fuente: Cuidate Plus