La dermatitis atópica es una enfermedad de la piel muy frecuente en la población infantil aunque cada vez más también se nota en adolescentes e, incluso, en adultos. De este modo, son mayor cantidad de adultos los que debutan con esta afección sin haberla presentado de chicos. Según los especialistas, se trata de una novedad ya que no se daba con frecuencia antes.
Por este motivo, las personas mayores que comienzan con dermatitis están poco familiarizadas con los síntomas y es importante conocerlos para poder minimizar sus consecuencias. Esta dolencia es una inflamación de la piel en la que se conjugan diversos factores. Por un lado, se produce en el organismo una suerte de alteración de la barrera cutánea. Se trata de un cambio que permite con mayor facilidad que se pierda agua y que, por tanto, la piel se reseque.
Esto provoca, entre otras cosas, un incremento en el ingreso de agentes exógenos y de gérmenes. Además, la dermatitis produce una alteración en la respuesta inmunitaria; un predominio de los llamados linfocitos Th2 y de otros elementos algunos gérmenes que tenemos en la piel denominados estafilococos.
Aunque no están claras las causas de esta enfermedad, sí se pueden diferenciar algunos factores desencadenantes de un brote o de un empeoramiento de la dermatitis. Por ello, es importante no solo el tratamiento de los síntomas de manera particular sino también el control de los factores agravantes.
Entre estos se pueden destacar los siguientes:
- Una deficiente hidratación de la piel
- Un uso excesivo de jabones o limpiadores demasiado agresivos
- El uso de tejidos ásperos
- Condiciones climáticas adversas
- En algunos pacientes, alérgenos ambientales como ciertos pólenes o polvo en el ambiente.
- Sobre todo, situaciones de estrés.
Principales síntomas y tratamiento
Los síntomas más claros de la dermatitis están relacionados con la picazón. Se trata de una molestia intensa que contribuye a agravar el panorama debido al rascado. Además, la piel está reseca y presenta eccemas o placas rojas que pican. En diversos puntos del cuerpo con mayor prevalencia en brazos, piernas y panza, hay que consultar el médico si los síntomas persisten en el tiempo.
En este marco, el tratamiento tiene que ver con un cuidado y humectación en el largo plazo. Es que si bien no hay una cura definitiva, sí hay nuevos tratamientos que abren una puerta a la esperanza para modificar su curso, sobre todo, si se instaura de forma precoz. Así, en líneas generales, el tratamiento se debe centrar en controlar los factores desencadenantes o agravantes.
En las formas leves se pueden usar corticoides tópicos o inmunomoduladores tópicos, pero en las moderadas severas suele ser preciso tratamientos sistémicos. Se trata de fármacos con una eficacia alta y con un buen perfil de seguridad, entre los que se incluyen los medicamentos biológicos y nuevos fármacos de síntesis.
Fuente: Cuidate Plus