Las personas con discapacidad han sido históricamente marginadas y a menudo se encuentran entre las más rezagadas pese a los avances que se realizan todos los años. Este año, el debate que Naciones Unidas propone para el Día Mundial de la Discapacidad tiene que ver con articular los cinco pilares del desarrollo sostenible con miras al 2030.
En este marco, se hará hincapié en las personas, el planeta, la prosperidad, la paz y las asociaciones. Así, las áreas prioritarias pueden identificarse como igualdad de género (personas), acción por el clima (planeta), financiación para el desarrollo (prosperidad), una nueva agenda para la paz (paz) y fortalecimiento del multilateralismo (asociaciones).
El objetivo de la promoción del Día Mundial de la Discapacidad es promover los derechos y el bienestar de las personas con discapacidades en todos los ámbitos de la sociedad y el desarrollo, así como concienciar sobre su situación en todos los aspectos de la vida política, social, económica y cultural.
Una relación simétrica
Una prueba de que falta camino por recorrer frente a la discapacidad es que en líneas generales las personas no saben cómo referirse al colectivo. Así, una primera aclaración tiene que ver con el lenguaje ya que las personas con discapacidad no son “discapacitados/as”. Este es un término que cosifica y segrega ya que pone el énfasis en la condición.
Así, el concepto adecuado es “persona con discapacidad”, pero siempre es preferible optar referirnos primero por el nombre. En este marco, hay que dejar de utilizar términos que no so adecuados como “persona con capacidades diferentes/especiales” o no vidente (reemplazarlo por persona ciega). También hay que anular palabras como “padece/sufre” o “normal”, “un problema” debido a que promueven la estigmatización y exclusión.
Ante dicho desconocimiento y, en general con buenas intenciones, tienden a excluir, marginar o hacer sentir incómodo al otro. En este marco, los especialistas recomiendan –en primer lugar- empatía y naturalidad, actuar pensando que del otro lado hay una persona como cualquier otra. Un trato amigable, respetuoso y abierto es una manera de comenzar a cerrar la brecha con la discapacidad sin caer en actitudes de lástima o condescendencia. Una relación simétrica basada en la igualdad de condiciones y oportunidades es la base de una construcción abierta.
Cuando estamos con alguien que pensamos puede necesitar nuestra ayuda, el primer paso es preguntar si es así y, luego, cómo podemos hacerlo. Muchas personas prefieren hacer las cosas por su cuenta y es importante no ofenderse cuando se desestima nuestro ofrecimiento. En este marco, también es recomendable no dirigirse a quien acompaña al discapacitado sino hablarle de manera directa. Es una forma de respetarlos, de tomarlos en cuenta y vincularnos de mejor manera.
Lo que no hay que hacer
- No imponer la ayuda ni invadir. Permitir que la persona decida por sí misma ni presuponer que necesita colaboración.
- No infantilizar ni abordar desde la lástima. Es fundamental evitar expresiones de sorpresa cuando una persona con discapacidad nos cuenta su vida cotidiana, una admiración excesiva o realizar preguntas incómodas que no le haríamos a otras personas.
- No recurrir a prejuicios o eufemismos. Es el caso de actuar como si la persona con discapacidad viviera en otro mundo o fuera “especial”. También se suele asumir a la discapacidad como una “enfermedad”.
Fuente: ONU. Ámbito Financiero