Enojo y resentimiento no son dos emociones cuales quieras sino que son aquellas que tienden a desestabilizar el cerebro. Quienes viven este tipo de estados anímicos negativos suelen aferrarse a ellos, lo que los lleva a entrar en una suerte de círculo vicioso que amarga su vida cada vez más.
Los neurólogos explican que un exceso de exposición a la ira y al rencor puede modificar la forma en que el cerebro se comporta. Además destaca que esto ocurre especialmente si ambos sentimientos negativos son reiterativos desde la niñez, etapa clave del desarrollo.
Esto no es todo ya que un estudio publicado en el International Journal of Psycotheraphy Practice and Research expresó que estas emociones tienen consecuencias poco positivas a nivel físico. De este modo, revivir la ira y los recuerdos negativos así como la tensión interna de esta represión emocional puede provocar cosas como depresión, ansiedad, función inmune reducida, fatiga, hipertensión, dolor de pecho, obesidad, psoriasis y dolor crónico, entre otras problemáticas.
Aunque no son consecuencias menores, también es preciso tener en cuenta que quienes se quedan ancladas en una mentalidad negativa, sin quererlo favorecen la muerte neuronal. Del otro lado, los que eligen enfocarse en lo positivo generan nuevas neuronas a partir de células madre cerebrales. Como el cuerpo no distingue entre problemas reales e imaginados, vivir en un estado crónico de tensión desactiva los mecanismos de reparación del corporal.
Un modo sencillo de soltar
Esto no hace más que aumentar la inflamación y la hormona del estrés, el cortisol. Como contrapartida, el perdón hace que se active el sistema nervioso parasimpático, lo que ayuda al sistema inmunológico a funcionar de manera más eficiente y deja espacio para las hormonas que producen bienestar, como la serotonina y la oxitocina.
Los estudios ponen de manifiesto que el acto de perdonar puede generar enormes beneficios para la salud como: reducir el riesgo de sufrir un ataque cardíaco; mejorar los niveles de colesterol y el sueño; y disminuir el dolor, la presión arterial y los niveles de ansiedad, depresión y estrés.
En caso de querer aprender a sobrellevar el enojo y evitar que quede encapsulado en el cuerpo, un relevamiento realizado aconseja:
- En caso de sentirse fuera de control, hay que alejarse de la situación temporalmente, hasta estar más calmo.
- Reconocer y aceptar la emoción como normal y parte de la vida.
- Intentar identificar las razones por las que se siente enojado.
- Llevar a cabo una actividad física, como salir a correr o hacer deporte.
- Hablar con alguien de confianza sobre cómo se siente.
En este marco, y siempre con la comprobación de la ciencia, existe la certeza de que a través de diferentes técnicas uno puede reprogramarse, recablear el cerebro con nuevas creencias y así ampliar el mundo personal de posibilidades. Así, los circuitos cerebrales pueden modificarse para bien mediante –y con ello disminuir el estrés- a través de prácticas constantes de meditación o mindfulness.
Fuente: La Nación