El Trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDHA) suele diagnosticarse durante la infancia y es, en líneas generales, un trastorno del neurodesarrollo. Hay que tener en cuenta, que el diagnóstico de TDAH implica llevar adelante varios pasos debido a que hay problemáticas con síntomas similares.
De este modo, cuando aparecen las dudas, la principal recomendación es consultar a un médico neurólogo, psicólogo o hasta un clínico para realizar los primeros pasos. Uno de los consejos también tiene que ver con observar la conducta en los distintos espacios en los que se desarrolla el pequeño como la casa, la escuela y el club, entre otros.
A grandes rasgos, tener problemas para prestar atención, presentar conductas impulsivas y ser demasiado activo podría estar entre los síntomas del Trastorno. Sin embargo, hay que tener en cuenta que se deben cumplir algunas condiciones para determinar con mayor fidelidad la existencia o no del trastorno.
Entre ellas que varios de los síntomas de falta de atención o hiperactividad/impulsividad se presenten antes de los 16 años y que se observen en al menos dos contextos diferentes como el hogar o la escuela.
Por otra parte, estas conductas deben interferir en el desempeño escolar o en una adecuada socialización. Además, los síntomas no deberían poder explicarse por la existencia posible de otro tipo de trastorno como ansiedad, del humor, de personalidad o disociativo.
Criterios para un diagnóstico adecuado
Realizadas las salvedades anteriores, existe una serie de criterios para dignosticar a las personas con TDH. El primero es que muestra un patrón persistente de falta de atención o hiperactividad/impulsividad que interfiere con el funcionamiento o el desarrollo.
Con relación a la falta de atención, hay al menos seis síntomas que deberían presentar los niños de hasta 16 años. Hay que pensar que estos hayan estado presentes durante al menos 6 meses y sean inapropiados para el nivel de desarrollo de la persona. Son los siguientes:
- A menudo no logra prestar adecuada atención a los detalles o comete errores por descuido en las actividades escolares, en el trabajo o en otras actividades.
- Suele tener problemas para mantener la atención en tareas o actividades recreativas.
- De manera frecuente pareciera que no escucha cuando se le habla directamente.
- A menudo no cumple las instrucciones y no logra completar las actividades escolares o las tareas del hogar.
- Suele presentar problemas para organizar tareas y actividades.
- Evita, le disgustan o se niega a hacer tareas que requieren realizar un esfuerzo mental durante un periodo prolongado (como las actividades o las tareas escolares).
- Es habitual que pierda cosas necesarias para las tareas y actividades .
- A menudo se distrae con facilidad.
- Suele olvidar las cosas durante las actividades diarias.
Con relación a la hiperactividad e impulsividad se sigue el mismo criterio de observarlos durante al menos 6 meses antes de los 16 años (para el diagnóstico en niños) al punto que son perjudiciales e inapropiados para el nivel de desarrollo de la persona:
- A menudo se mueve nerviosamente o da golpecitos con las manos o los pies, o se retuerce en el asiento.
- De manera frecuente deja su asiento en situaciones en las que se espera que se quede sentado.
- Suele correr o trepar en situaciones en las que no es adecuado (en adolescentes o adultos puede limitarse a una sensación de inquietud).
- Por lo general se le dificulta jugar o participar en actividades recreativas de manera tranquila.
- Habitualmente se encuentra “en movimiento” y actúa como si “lo impulsara un motor”.
- A menudo habla de manera excesiva.
- Muchas veces suelta una respuesta antes de que se termine la pregunta.
- Le suele costar esperar su turno.
- A menudo interrumpe a otros o se entromete.