La alimentación sana o consciente es una de las claves para el desarrollo de una vida saludable así como para la prevención de todo tipo de enfermedades. En un contexto mundial complejo, cada vez son más las personas que se quedan afuera de esta posibilidad. Por este motivo la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) celebra en octubre el Día Mundial de la Alimentación.
Aunque este año el lema hace foco en la importancia del agua así como en la crisis hídrica, el objetivo de la fecha es hacer hincapié en la importancia de alimentarse de una manera no solo saludable para el organismo sino también elegir opciones ecológicas que contribuyan a mantener en el tiempo los cultivos de los alimentos.
La idea de incorporar hábitos de alimentación saludable que perduren en el tiempo está lejos del concepto de la restricción o de dietas alejadas de la realidad, gustos o posibilidades de las personas. Por el contrario, se trata de incorporar las acciones más sencillas para cada uno así como dejar de lado los blancos o negros para incorporar los términos medios.
Hacer algo siempre es mejor que nada y la comida sana es un hábito que redundará en la salud general de corto, mediano y largo plazo. Las que siguen, son algunas de las claves para tener en cuenta:
- Variedad. Una alimentación saludable debe ser equilibrada e incluir alimentos de todos los grupos (frutas, verduras, carnes, granos, etc.).
- Frutas y verduras. Estos tipos de alimentos son ricos en vitaminas, minerales y antioxidantes beneficiosos para la salud.
- Menos sal y azúcar. Reducir la ingesta de sal y de azúcares refinados en la dieta es crucial para prevenir enfermedades como la hipertensión y la diabetes.
- Construir un hábito sano. La dieta saludable no tiene tanto que ver con lo que se come sino con las cantidades y el tiempo que pasa entre comidas. Lo ideal es respetar desayuno, almuerzo, merienda y cena, además de mantener siempre los mismos horarios para cada una.
- Tomar agua. Más allá de las infusiones, jugos o caldos que se puedan incluir a lo largo del día, beber agua es uno de los hábitos más saludables que se pueden cultivar.
- Controlar las porciones. Aunque es uno de los puntos más difíciles de cambiar, la recomendación es comenzar a reducir de a poco las cantidades o el tamaño de la porción.
- Moverse. Hacer cualquier tipo de actividad física aporta numerosos beneficios a la salud como mantener un peso equilibrado, fortalecer los huesos y mejorar el estado de ánimo.
- No a los procesados. Es clave minimizar o eliminar este tipo de productos altos en grasas saturadas, azúcares y aditivos que no son saludables.
- Pausa. Comer con consciencia y evitar distracciones como la televisión o el celular en el momento de la comida es una manera de alimentarse de manera más saludable.
- Ante la duda, no hay duda. La consulta con un médico especialista o un nutricionista puede ayudar a ordenarse y priorizar alimentos. No se trata de restringir sino de comenzar a establecer pautas más saludables.
Fuente: La Nación