Alimentos o bebidas tóxicas, el exceso de ciertos medicamentos, bacterias, parásitos, hongos y otros seres vivos, pueden producir daño en el hígado. El lavado frecuente de manos es una de las medidas esenciales para prevenir esta enfermedad.
La hepatitis es la inflamación de la célula que forma parte del hígado: el hepatocito y puede ser causada por diferentes virus, siendo los más comunes los de tipo A, B, C, D y E que a su vez se dividen también en otros subgrupos. En este contexto, es crucial destacar este día para sensibilizar sobre las formas de prevención y los avances en tratamientos que permiten enfrentar con mayor eficacia esta condición.
Las causas de la hepatitis son muchas. Desde algún alimento o bebida tóxica como el alcohol que es muy frecuente, el exceso de algunos medicamentos, hasta bacterias, parásitos, hongos, y demás seres vivos, por decirlo así, que producen algún daño en este órgano, el espectro de causas de hepatitis es bastante florido.
Los síntomas iniciales de la hepatitis pueden ser similares a los de una gripe común, lo que puede dificultar su diagnóstico temprano. Fatiga, pérdida de apetito, náuseas, fiebre, orina oscura y coloración amarillenta en la piel y los ojos son algunos de los principales indicios. En este sentido, el Dr. Agrello comparte algunas formas de prevención:
Lavar las manos con frecuencia, especialmente antes de comer y después de ir al baño, sobre todo si se trata de sanitarios de uso común (hospitales, shopping, etc)
Utilizar preservativos en todas las relaciones sexuales.
Evitar compartir objetos personales que puedan estar en contacto con sangre, como cepillos de dientes o máquinas de afeitar.
Vacunarse contra la hepatitis A y B de acuerdo con las indicaciones médicas.
Realizar exámenes médicos periódicos para detectar la enfermedad a tiempo.
“En la actualidad, existen diversos tratamientos. La hepatitis A y E, generalmente presentes en la infancia, suelen resolverse espontáneamente con el tiempo por los propios anticuerpos, aunque en casos graves pueden requerir trasplante hepático. Las hepatitis B, C y D, por otro lado, son clasificadas como crónicas, llevando a una inflamación permanente y lenta destrucción del hígado. Estas crónicas pueden ser tratadas con medicación diaria, con un tratamiento de 8 a 12 semanas para la hepatitis C, y aunque no hay una cura definitiva para la hepatitis B, la medicación inhibe el crecimiento del virus.” agrega el especialista de Boreal Salud.
Las consecuencias de las hepatitis agudas pueden llevar a insuficiencia hepática aguda y la necesidad urgente de trasplante, mientras que las crónicas pueden progresar hacia cirrosis, lo que también puede requerir trasplante hepático. Por ello, la prevención sigue siendo crucial, ya que además de ser procesos largos los tratamientos son costosos. La monitorización constante y la pronta intervención en el caso de una reactivación viral son esenciales para los pacientes con hepatitis crónicas. En general, los cuidados siguen siendo la mejor estrategia para evitar las consecuencias graves de estas enfermedades.
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