a crisis sanitaria por el COVID-19 puso la atención del mundo en los profesionales, el personal y el sistema de salud, y tras las campañas de vacunación y el control de la pandemia, las instituciones sanitarias recuperaron su ritmo habitual.
Sin embargo, recientemente los aspectos claves que hacen al cuidado y recuperación de quienes cursan una internación o tratamiento ambulatorio en dichos espacios vuelven a ocupar un lugar central en las conversaciones diarias.
En función a esto, es necesario contemplar determinados aspectos que ayudarán a prevenir las infecciones intrahospitalarias, una consecuencia con baja incidencia pero que aún así sólo en Estados Unidos son causante de 80 mil muertes al año.
Aunque en Argentina no hay datos cuantificados sobre este fenómeno, Damaris Pita, responsable de Higiene y Bioseguridad Hospitalaria de Pulcrus, una unidad de negocios de Grupo L, que se desempeña en hospitales como El Cruce (Florencio Varela), Posadas y Cuenca Alta (Cañuelas), entre otros, explica que “si bien es cierto que la mortalidad por alguna bacteria es relativamente medio bajo (oscila entre el 12 y 25 por ciento), sí se traduce en esos casos en una extensión del tiempo de internación hasta recibir el alta”.
A su vez, Pita subraya que los estrictos protocolos en hospitales, sanatorios y centros de atención de salud son un eslabón muy importante en la cadena de transmisión de posibles brotes: “todo el entorno del paciente debe estar limpio y desinfectado. Hay que evitar contaminación cruzada para así reducir el riesgo de contagio de bacterias o virus y prevenir complicaciones”, agrega la profesional.
La responsable en Higiene y Bioseguridad confirma que “los pacientes hospitalizados son susceptibles a infecciones intrahospitalarias”. Estas infecciones suelen contagiarse mediante una fuente -un patógeno- presente en un lugar donde pueda crecer y multiplicarse. En este caso, el portador puede ser tranquilamente un humano o un animal.
Una vez instalado, el patógeno necesita de una puerta de salida del reservorio, como suelen ser las vías respiratorias, gastrointestinal, urinaria, reproductiva o heridas. Ahí actúa el modo de transmisión hasta que ingresa por la puerta de entrada a otro cuerpo. El microbio necesita de un huésped susceptible para crecer y multiplicarse.
PREVENCIÓN
Para garantizar la seguridad de los pacientes y crear ambientes más seguros es necesario cumplir con una serie de medidas claves.
En primer lugar, es fundamental contar con una limpieza eficiente y rutinaria, tras la cual se desinfecta (“sólo se puede desinfectar lo que está limpio”, aclara Pita). Esto se realiza en todas las áreas, superficies y elementos de contacto que se utilizan de forma regular, siendo esencial y necesario para reducir el riesgo de transmisión de microorganismos.
Damaris afirma también que “en un hospital el servicio de limpieza es súper complejo, el personal tiene varios meses de capacitación y se trabaja con equipos y productos específicos. Todo esta serie de cuidados contribuyen a la recuperación del paciente y crea ambientes más seguros”.
Es importante destacar que en este tipo de espacios se necesita no sólo de un trabajo exhaustivo y sistematizado (con técnicas particulares), sino además de una capacitación específica para quienes se encargan de estas tareas sumado a la supervisión especializada. En este sentido, Pulcrus presta servicios en más de diez hospitales y sanatorios del país, especializándose en áreas críticas, quirófanos y emergencias y utilizando la técnica de control con Bioluminiscencia.
Además, también son sumamente importantes los insumos con los que se tratan espacios y elementos contaminados con virus y bacterias. Es clave controlar la concentración de los productos de limpieza, como el peróxido de hidrógeno clorado, para certificar que la misma sea efectiva frente a los microorganismos.
En segundo lugar, todos los profesionales de la salud, incluyendo médicos, enfermeros y personal de limpieza, deben utilizar los elementos de higiene y seguridad necesarios para prevenir la contaminación de espacios y contacto directo con microorganismos. Esto incluye la limpieza y desinfección de manos, el uso de indumentaria adecuada, como guardapolvos, vestimenta quirúrgica, gorros, barbijos y guantes, y el control de la concentración de productos de limpieza para asegurar su efectividad.
Por último, se debe cumplir con un correcto tratamiento de residuos que, incluso, se encuentra reglamentado por la Ley 24501. La gestión de residuos patológicos, patogénicos y urbanos precisa del compromiso del personal de la institución y del cumplimiento del marco reglamentario.
El denominado Ciclo de Vida del Residuo incluye su recolección en bolsas especializadas, su separación, clasificación y el tratamiento que reciben para transformarlos en deshechos de menor volumen y sin riesgo de que contaminen infecciones.
Sergio Beget, Coordinador de Higiene y Seguridad Hospitalaria del Hospital Posadas, utiliza como ejemplo al hospital donde se desempeña porque cuenta con su propia planta de tratamiento interno: “Cada ciclo procesa 130 kilos y demora una hora. En este proceso se pesa y se toma registro, cada bolsa está identificada para lograr la trazabilidad (seguimiento de principio a fin de la cadena) y se detectan casos de no conformidad (falla o evento que afecta el resultado final)”.
“Esto se realiza en carros de acero inoxidable con esterilización, trituradora para reducción de volumen y traslado a destino final a celdas específicas destinadas a residuos industriales no peligrosos”, concluye.
En búsqueda de la mejora continúa, la prevención de complicaciones y del óptimo cuidado del paciente, las entidades de salud tienen hoy una gran responsabilidad a la hora de evitar la propagación de virus intrahospitalarios mediante el cumplimiento minucioso del protocolo sanitario.
Fuente: Agencia RONDA