La Organización Mundial de la Salud (OMS) conmemora cada 17 de mayo el Día Mundial de la Hipertensión. La “presión alta” se da cuando la presión de la sangre en los vasos sanguíneos es demasiado alta (de 40/90 mmHg o más).
Así, según el organismo mundial, de la tensión arterial se dan dos valores: uno es la tensión sistólica y corresponde al momento en que el corazón se contrae, mientras que el segundo, la tensión diastólica, representa la presión ejercida sobre los vasos cuando el corazón se relaja entre un latido y otro.
Para establecer el diagnóstico de hipertensión hay que controlar la presión en dos días distintos y en ambas lecturas la tensión sistólica debe ser superior o igual a 140 mmHg y la diastólica superior o igual a 90 mmHg.
Es un problema frecuente que puede ser grave si no se trata. Y, debido a que a veces no causa síntomas la única forma de detectarla es tomarse la tensión arterial. Esto se hace en la consulta médica y, a partir de determinada edad o de la presencia de algunos factores de riesgo la visita frecuente al cardiólogo. También está la posibilidad de realizar un autocontrol en casa o en las farmacias cercanas.
Hay que tener en cuenta que la hipertensión puede aumentar en las personas con edad avanzada, con sobrepeso u obesidad. También hay causas genéticas que la favorecen así como el consumo excesivo de sal y alcohol contribuyen a su aparición.
La conmemoración del Día de la Hipertensión arterial apunta a promover la concienciación y esfuerzos para prevenir, diagnosticar y controlar la hipertensión arterial, condición que constituye el principal factor de riesgo para padecer enfermedades cardiovasculares.
De aquí a dos años, la OMS ha planteado cinco ejes relacionados con la salud general del corazón; temáticas que afectan también a la presión alta. El primero es el manejo del riesgo cardiovascular), el segundo tiene que ver con la importancia de abatir la epidemia mundial de tabaquismo) y el tercero está atado al aumento de la actividad física.
A estos se suman los últimos ejes que son la reducción del consumo de sal y la eliminación de las grasas trans de la dieta. Así, la iniciativa tiene como objetivo mejorar la salud del corazón en todo el mundo; para ello, el control de la tensión arterial es un estratégico.
De este modo, al bajar la hipertensión se previenen, entre otras enfermedades, los infartos de miocardio y los accidentes cerebrovasculares. Además, la hipertensión puede producir daños cardiacos graves. El exceso de presión puede endurecer las arterias, con lo que se reducirá el flujo de sangre y oxígeno que llega al corazón
La hipertensión puede también provocar la obstrucción o la rotura de las arterias que llevan la sangre y el oxígeno al cerebro, lo que favorecería un accidente cerebrovascular. Asimismo, puede inducir daños renales que generen una insuficiencia renal.
Por eso es tan importante observar diversas conductas saludables para o evitar su aparición o controlarla adecuadamente una vez declarada. Entre ellas se desprenden el no fumar, el consumir más frutas y verduras y menos sal y grasas trans. Hacer actividad física, controlar la presión habitualmente y respetar la medicación dada por el médico son otras recomendaciones para mantener la presión a raya.