El ayuno es una costumbre difundida en los últimos tiempos y se ha puesto de moda a la hora de perder peso. Aunque la recomendación inicial es atenerse a las prescripciones médicas y saber si se trata de un tratamiento adecuado, aquí se precisa de qué se trata la modalidad.
Por un lado, es clave tener claro que ayunar no implica dejar de beber o comer durante un tiempo determinado sino que el llamado “ayuno intermitente” se basa en ingerir lo mismo que siempre, pero dejar de hacerlo durante un tiempo establecido que puede ser de 10 horas o más.
Existen diversos métodos para realizar el ayuno. Uno es el ayuno de días alternos. Es decir, comer de manera habitual un día y, al siguiente, hacerlo de forma más moderada.
También existe el ayuno con tiempo restringido; que se trata de alimentarse entre determinadas horas del día y solo ingerir líquidos fuera de ese tiempo. El horario es indistinto pero, lo ideal, es que se retrase el desayuno y se anticipe la cena. Por ejemplo, alimentarse entre las 10 u 11 y las 19 o 20.
Más allá de la elección del ayuno o no, los especialistas en general coinciden en la importancia de realizar cenas más livianas y lo más temprano posible.
¿Bueno para el corazón?
Con respecto al ayuno, existen diversas posturas e investigaciones científicas y ninguna es concluyente. No obstante, hay una tendencia que indica que es posible que algunos de estos tipos de restricciones alimenticias puedan hasta ser beneficiosos para la salud del corazón. Lo cierto es que, por el momento, los investigadores desconocen las causas de esto.
En este sentido, hay estudios que han mostrado que el ayuno puede colaborar en la baja del colesterol malo así como mejorar la respuesta del cuerpo frente a la hormona insulina, que es la encargada de regular los niveles de glucosa en sangre.
En consecuencia y según esta mirada, el ayuno tendría un impacto positivo en los valores mencionados, lo que también incidiría en el control de peso y diabetes, dos factores de riesgo de enfermedades cardíacas.
Por otro lado, existen investigaciones que dicen lo contrario al especificar, en especial, que evitar el desayuno puede incrementar el riesgo para la salud del corazón. Esta línea postula que los cambios en el peso y en los niveles de glucosa en sangre que pueden producirse son tan mínimos que no tienen un impacto real.
En síntesis, y sin tener en cuenta los efectos secundarios del ayuno como dolores de cabeza o desgano, todavía resta tiempo y contundencia para determinar si el ayuno es una buena herramienta tanto para adelgazar como para reducir el riesgo cardiaco.
Quiénes no deberían ayunar
En este contexto, la recomendación inicial es la consulta con el cardiólogo, el nutricionista o el profesional adecuado. No obstante, hay coincidencia en que no es recomendable realizar ayuno intermitente si se está en algunas de las siguientes situaciones:
- Sobrepeso.
- Trastorno alimentario.
- Embarazo o lactancia.
- Se toma medicamentos para diabetes.
- Tienen antecedentes de glucosa sanguínea baja (hipoglucemia).
- Poseen una enfermedad hepática en etapa terminal.
Fuente: Clínica Mayo