El Día del Médico y el Día Internacional de las Personas con Discapacidad se celebran el 3 de diciembre; una oportunidad interesante para reflexionar sobre la relación entre ambos ámbitos. Sucede que el solo hecho de ser médico no es sinónimo de conocer o manejar las problemáticas relacionadas con la discapacidad debido a que son diversas y a que no existe formación generalizada al respecto.
Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) se advierte que en la sanidad es común la estigmatización hacia personas con algún tipo de discapacidad. Más allá de la polémica aún sin resolver sobre el ajuste en las prestaciones que obras sociales y efectores públicos realizada a quienes atienden a los discapacitados, es importante una mayor formación y consciencia entre los médicos acerca de las problemáticas específicas de la discapacidad.
En especial, si se tiene en cuenta que, según la OMS, por el aumento en la expectativa de vida, es probable que casi todas las personas posean algún tipo de discapacidad temporal o permanente en algún momento.
La misma OMS explicita que más de mil millones de personas, o sea en torno al 15% de la población mundial, tienen una discapacidad y ese número aumentará de manera vertiginosa debido, entre otras causas, a las tendencias demográficas y la creciente prevalencia de dolencias crónicas.
El organismo global también denuncia que las personas con discapacidad tienen menos acceso a los servicios de asistencia sanitaria, por lo que en muchas ocasiones sus necesidades quedan desatendidas. Y agrega: “cuando las personas con discapacidad acceden a la atención de salud, a menudo son objeto de estigmatización y discriminación por lo que reciben servicios de calidad deficiente”.
Por este motivo, la OMS plantea una necesidad urgente no solo de ampliar los servicios destinados a las personas con discapacidad en la atención primaria de salud, especialmente las intervenciones de rehabilitación sino también de formar y concientizar a los profesionales del sector para una mejor inclusión y adecuada atención a personas con este tipo de problemáticas.
La clave de la formación
Al respecto, un trabajo de la Facultad de Medicina de Salamanca (2017), plantea la necesidad de realizar una educación inclusiva en las universidades. Los autores, apoyados en el aumento de personas con discapacidad así como en el incremento de la expectativa de vida de la población en general y también de este colectivo, desnudan la baja formación específica.
Además, destacan los estudios que avalan la formación sobre discapacidad con el objetivo de favorecer una plena participación de las personas con discapacidad en la sociedad. Por este motivo, apuntan a promover la sensibilización y la formación básica que una asignatura optativa consigue en los estudiantes de Medicina en relación con la atención integral de las personas con discapacidad.
“La educación inclusiva universitaria trata de transformar y mejorar el rol competencial de los futuros médicos en relación con las personas con discapacidad, un grupo poblacional vulnerable y prevalente que necesita una atención de calidad para hacer efectivos u derecho a la salud”, concluye el trabajo español.