La Federación Argentina de Cardiología (FAC) recuerda la importancia de los controles médicos anuales para prevenir y tratar oportunamente las enfermedades cardiovasculares (ECV), que desde el siglo XXI constituyen la primera causa de muerte en todo el mundo, estimándose más de 18 millones de muertes anuales. Del total de muertes, 80% se originan en países de ingresos medianos y bajos, en línea con el escaso desarrollo socioeconómico, y se deben a enfermedad coronaria (infarto) y enfermedad cerebrovascular ( accidente cerebrovascular o ACV).
Historias que inspiran
Alineados con el lema de la Organización Mundial del Corazón, “Usa tu corazón para….”, se generó un espacio en comunidadfac.org.ar y en las RRSS de la Federación Argentina de Cardiología, para contar Historias de Consultorio, donde los pacientes relatan sus vivencias en relación a la enfermedad cardiovascular y cómo lograron transformar sus vidas implementando un hábitos saludables y también el aprendizaje de los médicos en el impacto que estas historias causaron, lo importante de atender a la prevención y a los factores psicosociales.
Entre las historias inspiradoras que ya se encuentran en esta web, se destacan la de Silvia Ruiz (68) quien era hipertensa y cursaba un cuadro de sobrepeso, mala alimentación, trastornos de sueño y sedentarismo. Con una luz en su mirada que contagia esperanza, Silvia dice “en mi familia hay una predisposición para este tipo de patología, de hecho, mi madre falleció con 62 años de un infarto. Yo tenía ciertos episodios de presión, pero no le daba mayor importancia. Estaba en un estado depresivo, pensaba en vivir del sillón del living a la cama y de la cama al sillón del living. En mi mente pensaba que me iba a morir a los 62 años como mi madre”. Tiempo después, al acompañar a su hija a un centro médico se realizó un chequeo y regreso a su casa. “Un día me levanté con un gran dolor de cabeza, me medí la presión y tenía 19 (190 mmHg). Ahí empezó el camino de aceptación de la enfermedad y de transformar la enfermedad en algo positivo para la vida. Me doy cuenta que era responsabilidad mía, el seguir bien, el tener una buena calidad de vida y de sacarme eso de la cabeza de que me iba a morir”.
Los estudios evidenciaron un cuadro crítico de salud y en ese momento las recomendaciones de su cardióloga la impulsaron para modificar sus hábitos de vida y transformar sus días “de la cama al sillón” a entrenar y hasta correr maratones. “Me comprometí conmigo misma de salir de todo esto. Comencé a sentir mejoría, asistí a una profesional psicóloga, me uní al club de práctica de running. A todo esto, yo venía bastante recuperada, había mejorado mi calidad de sueño, mi hidratación y la alimentación. Estaba haciendo actividad física pero el cuerpo pedía más. Empecé caminando, luego corriendo, sumando kilómetros y después me anoté en competencias. Lo bonito de todo esto es que tuve la compañía de mis hijos y, más adelante, de mis amigos, con quienes salgo ahora y que somos todos de 60 años para arriba, disfrutamos de las salidas. Lo más lindo es que yo tomé conciencia de que todos los cambios los tiene que provocar uno y desde el compromiso para con uno mismo. Yo puedo, yo quiero y lo voy a lograr”, rememora Ruiz
Evidencia y beneficios
Se han realizado múltiples estudios buscando las diferentes causas y factores de riesgo, y se ha determinado que el corazón es vulnerable al tabaquismo, las alteraciones de los lípidos, hipertensión, diabetes, obesidad abdominal, así como a factores psicosociales, que están relacionados con el incremento del riesgo de infarto de miocardio en forma significativa. El riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular aumenta también por una alimentación poco saludable, la cual se caracteriza por un bajo consumo de frutas y verduras y un consumo elevado de grasas, sal y azúcares.
Las personas que no hacen actividad física suficiente tienen entre un 20% y un 30% más de probabilidades de morir prematuramente que aquellas que hacen actividad física suficiente. Por lo tanto, la inactividad física es un factor de riesgo clave para la aparición de las ECV, pero también de cáncer y diabetes.
Los factores psicosociales —la depresión y la ansiedad, la falta de apoyo social, el aislamiento social y las condiciones estresantes en el trabajo— influyen en la aparición de los principales factores de riesgo de enfermedad cardiovascular y en el curso de la misma. El estrés psicosocial puede duplicar el riesgo de tener un infarto de miocardio. Se desconocen los mecanismos exactos por los que los trastornos mentales aumentan la ECV, aunque se cree que los efectos perjudiciales estarían causados por un estilo de vida poco saludable, un aumento de la exposición a estresores socioeconómicos y los efectos secundarios cardiometabólicos de algunos medicamentos.
Según la Dra. Paola Courtade, (MP 7165) miembro de la FAC “las modificaciones del estilo de vida basadas en la realización de actividad física regular, la mejora del control de la hipertensión y evitar el tabaquismo, podrían encontrarse entre las intervenciones más efectivas. La propuesta, desde la Organización Mundial del Corazón, es reducir los malos hábitos y así optimizar nuestra salud cardiovascular individual, algo que venimos trabajando desde la FAC con cada uno de nuestros cardiólogos”.
Así, realizar ejercicios, meditar y tener sueño de calidad, ayuda a disminuir los niveles de estrés. A su vez, se estima que dejar de fumar y realizar actividad física podrían reducir el número de muertes por enfermedad coronaria en un 20 y un 18%, respectivamente, y el control de la hipertensión podría reducir el número de muertes por enfermedad cerebrovascular en un 20-25%.
Además, la actividad física mejora la función endotelial, que a su vez potencia la vasodilatación de nuestras arterias, contribuye a perder peso, al control glucémico, así como a la mejora de la presión arterial, de los lípidos y de la sensibilidad a la insulina. En términos generales, los datos de investigación indican el beneficio de realizar regularmente una actividad física moderada, que no debe ser ardua ni prolongada, y que puede incluir actividades diarias recreativas, así como las caminatas o la jardinería. Cambiar un estilo de vida sedentario e incorporar la actividad física de manera regular, está asociada a un menor riesgo de mortalidad por cardiopatía coronaria y por enfermedades cardiovasculares, tanto en hombres como en mujeres.
En el Dia Mundial del Corazón, desde la FAC se invita a moverse, incorporar hábitos saludables y compartir la historia personal, aquella que surgió desde el corazón con el cardiólogo/a y que cambió la vida para siempre.
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