Aunque los adultos lo hemos olvidado porque el cerebro está diseñado para eso, se sabe que la adolescencia es una etapa compleja en la que priman cambios de todo tipo y en la que los pares son clave para llevarlos adelante.
Por este motivo, el confinamiento impuesto por la pandemia afectó fuertemente a este grupo etario que, en la actualidad, llega a los consultorios con situaciones de mucha angustia, trastornos de ansiedad, depresiones y, en algunos casos, ideas suicidas.
Así también lo mostró un reciente estudio de Unicef (https://www.unicef.org/lac/el-impacto-del-covid-19-en-la-salud-mental-de-adolescentes-y-j%C3%B3venes) y lo explicó la licenciada en piscología Andrea Lourdes Caballero (mat. 1685), especializada en clínica infanto juvenil, docente universitaria y con diversos posgrados.
La profesional comentó que una de las problemáticas comunes es la dificultad de los chicos para hablar de sus emociones. Tal vez en parte, debido a que no pudieron salir durante dos años, lo que –en un momento de la vida en que la sociabilización tiene que ver con el desarrollo- no tiene nada de banal.
“En la primera adolescencia, entre los 12 y los 15 aproximadamente, los chicos aprenden a relacionarse con sus pares, a defender sus posiciones y un aprendizaje clave es la gestión de emociones que realizan en compañía de sus amigos”, explicó la profesional y agregó que estos dos años de no poder salir fue una manera de no permitirles la evolución; lo que ha generado altos niveles de angustia y vulnerabilidad.
Sin buscar alarmar, pero en el contexto en que la adolescencia puede ser un momento de mucho caos debido a los cambios hormonales, corporales y hasta de espacios se tiene en cuenta los pasos de una etapa a otra y el incremento en las obligaciones.
En relación a la pandemia, no hay que perder de vista que muchos de ellos “dejaron el mundo” en un contexto y volvieron en otro. Por ejemplo, en 2019 estaban en la primaria y hoy en la secundaria o –aunque tal vez con más herramientas pero igualmente vulnerables- son ingresantes a la universidad.
De este modo, es preciso estar atentos a conductas que, en especial, tengan que ver con el aislamiento de los chicos que ya no buscan a los padres para contenerse. Caballero expresó que este año han crecido las consultas de manera exponencial.
“El inconveniente más grave es que la sociedad no está preparada para estos adolescentes y que muchas conductas que antes eran de riesgo o para estar atentos, hoy se han normalizado como es, por ejemplo, la falta de sociabilización”, comentó la psicóloga.
No obstante, desde su perspectiva, no es bueno que un adolescente se quede solo mucho tiempo o tenga conductas de este tipo. De ser el caso, es importante ayudarlos a salir de algún modo.
La recomendación general es estar cerca de los adolescentes de la casa. Por un lado, que ellos sepan que pueden pedir ayuda ya sea de un profesional como de cualquier adulto cercano y que nada malo hay en ello ni en ellos por este motivo.
Lo otro es tratar de compartir tiempo con ellos. “El poco que nos dejen, pero, aunque sea, pedirles que nos acompañen a una compra o un trámite, estacionar un poco lejos para caminar unas cuadras juntos o buscar una excusa para ir a otro lugar antes de llevarlos donde nos piden”, aportó Caballero.
La actual crisis no hace sencillo el acompañamiento de los jóvenes debido a las exigencias laborales de los padres y también a algunas sociales. Sin embargo, es importante estar atentos a las señales y consultar ante cualquier duda.