Si hay un concepto en el mundo de la alimentación que todos conocen es el de “dieta”, pero hay un problema con él. Muchos tienen una idea errónea y a veces no se considera otro aspecto que debe estar vinculado, el de los hábitos saludables.
En el abordaje tradicional para el descenso de peso la dieta es una herramienta con principio y final que persigue determinados objetivos. Esa es una cara de la moneda, la otra deben ser los hábitos saludables que son los que permiten sostener los logros y la salud de las personas.
Son justamente los hábitos, pero malos, los que hacen que un paciente empiece a aumentar de peso hasta llegar a un punto donde se le indique una dieta, esto es un plan donde se enfatizan o disminuyen determinados grupos de alimentos. Si el paciente se adhiere a él, logra el descenso de peso pero, para no caer en el “efecto rebote”, entran en juego los mencionados hábitos saludables.
La licenciada en Nutrición Mariela Abaurre, docente e investigadora de la Universidad Maza , destacó que subir y bajar de peso reincidentemente puede “inducir cambios en el metabolismo energético que produzcan estados de resistencia a la pérdida de peso”.
“Cuando los pacientes llegan a la consulta, vienen con una larga historia de tratamientos realizados para bajar de peso. Una persona no puede vivir a dieta. Muchas veces el problema son los hábitos, las conductas diarias, que no son saludables”, agregó.
El descenso de peso
Cuando de alimentación se habla, este tópico se lleva todos los flashes. Para poder concretar este objetivo (que dista de ser la finalidad de un tratamiento) existen guías alimentarias con sugerencias de distinto grado de importancia según la evidencia científica que las respalda.
Los documentos producidos en Europa y Canadá han sido actualizados recientemente y hacen hincapié, justamente, en la importancia que tienen los hábitos saludables y estilos de vida en la prevención de enfermedades.
La propuesta general de pérdida de peso es bajar de un 5 al 10% del peso corporal actual en los siguientes 6 a 12 meses. La terapia combinada incluye un plan bajo en calorías y mayor actividad física. También puede llegar a utilizarse farmacoterapia y cirugía bariátrica cuando los componentes clínicos muestran la presencia de algunas complicaciones moderadas o severas.
Una recomendación de Grado A (la más alta) es evitar las dietas de moda y de Grado B incluir terapia grupal conductual.
¿Qué planes alimentarios se pueden utilizar?
“No hay magia, recetas ni trucos: la pauta de alimentación es la reducción de calorías equilibrada y adecuada al paciente”. También es un postulado de Grado A.
Más allá del plan a elegir es importante reconocer ciertas condiciones que debe cumplir el tratamiento dietético de la obesidad:
- Disminuir la grasa corporal, preservando al máximo la masa magra.
- Que sea posible de mantener en el tiempo y que permita mantener el peso perdido, previniendo futuras ganancias de peso.
- Educación alimentaria.
- Disminuir factores de riesgo cardiovascular asociados.
- Mejorar la calidad de vida.
Hay planes con diferente contenido calórico (tradicional dieta hipocalórica) o de diferentes proporciones de nutrientes (bajas en grasas o hidratos de carbono, enriquecidas en fibras, hiperproteicas, sustitución de comidas, etc).
Abaurre resaltó que los pacientes que implementan dietas sin asesoramiento profesional “pueden originar situaciones de desnutrición o déficit de diferentes tipos de micronutrientes, agudizar el riesgo cardiovascular o de otra comorbilidad asociada a la obesidad, desarrollar trastornos de la conducta alimentaria y transmitir conceptos erróneos”.
Temas importantes
–Sustitución de comidas: consiste en cambiar una o más comidas del día (o parte de la misma) por unos preparados de composición conocida. La evidencia muestra que puede favorecer la pérdida de peso. No se recomienda el uso de productos comerciales de venta libre.
–Ayuno intermitente: la evidencia científica es controversial. Conduce a la pérdida de peso pero hay baja adhesión al régimen. La mayoría de los estudios se han centrado en adultos jóvenes y de mediana edad con sobrepeso.
–Alimentación consiente: es fundamental sentarse en una mesa, preparar los utensilios, no tener distractivos tecnológicos. Hay que anticiparse a la comida y no hacerlo a las apuradas. Una muy buena herramienta es el registro alimentario: ir anotando lo que uno va comiendo.
–Equipo multidisciplinario compuesto de especialistas: el tratamiento de la obesidad en distintos aspectos que deben ser abordados por expertos en nutrición, actividad física y comportamiento.
NR: aportes realizados por Mariela Abaurre, Licenciada en Nutrición, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias de la Nutrición, Universidad Maza