De acuerdo con el último estudio realizado por la SEDRONAR, más de la mitad de la población de entre 12 a 17 años ha consumido alguna vez alcohol y más del 70% de los jóvenes de entre 18 y 34 años lo ha hecho con más frecuencia. De hecho, un 5% de esa población bebe regularmente, consumiendo más de la cantidad recomendada por día.
El problema, según los expertos, está en que a los riesgos futuros del consumo habitual de alcohol se suman los del consumo excesivo ocasional, como los accidentes de tránsito, los problemas neurológicos, laborales y la hepatitis alcohólica.
Si bien esta última no es una consecuencia frecuente del alcohol, es una de las posibles secuelas que puede causar en los más jóvenes, llegando a poner en peligro su vida. Según Roberto Pérez Ravier, Jefe de Hepatología del Hospital Central y Director Médico de HIGEA (MP 5779 – MN 89138), esto sucede cuando el hígado se ve sometido a una ingesta considerable de alcohol y no lo puede soportar: “Si al consumo de bebidas alcohólicas en las juntadas previas a bailar se le suma el del boliche, la cantidad de alcohol supera ampliamente la recomendada por día, pudiendo (más allá de la resaca) terminar con una hepatitis alcohólica. Además, los chicos toman muchas bebidas blancas, las cuales tienen una graduación muy alta”.
Así mismo, de acuerdo con el profesional, el consumo diario de más de 50-60 grs de alcohol por día en hombres y más 40 grs por día en la mujer puede desarrollar una hepatitis alcohólica a lo largo del tiempo o una cirrosis hepática luego de los 50 años: “Se recomienda un consumo menor al citado, y especialmente no consumir diariamente, menos aún en personas jóvenes. Tengamos en cuenta que (por ejemplo) 1 litro de vino tiene aproximadamente 110 grs de alcohol; 1 litro de cerveza, 50 grs; 100 cc de bebidas blancas (whisky, ron, fernet) tienen 40 grs. de alcohol. Entonces, si nos excedemos de lo que el organismo acepta, se puede derivar en una hepatitis alcohólica o en una hepatitis alcohólica aguda, produciendo una insuficiencia hepática que puede poner en peligro la vida de quien toma. No obstante más frecuente es el consumo crónico y a dosis tóxicas de alcohol, que produce inflamación (hepatitis), el cual con los años lleva a severa fibrosis del hígado, lo que se conoce como cirrosis hepática”.
Según el staff médico de Clínica Mayo, ante síntomas como coloración amarillenta de la piel y de la parte blanca de los ojos (ictericia) hay que consultar con un especialista. También sugieren visitar al médico ante otros signos como:
- Pérdida de apetito
- Náuseas y vómitos
- Sensibilidad abdominal
- Fiebre, a menudo febrícula
- Fatiga y debilidad
- Imposibilidad de abandonar el alcohol
“Los signos y síntomas adicionales que se producen con la hepatitis alcohólica grave incluyen acumulación de líquido en el abdomen (ascitis); confusión y cambios en el comportamiento debido a la acumulación de toxinas que el hígado suele destruir o eliminar e insuficiencia renal y hepática”, aseguran desde la institución.
En cuanto al tratamiento, Pérez Ravier explicó que consiste en la internación del paciente para aliviar los síntomas, conjuntamente con la atención psicológica y psiquiátrica para que la persona no vuelva a caer en la bebida.