La llegada del coronavirus planteó, desde el principio, un grupo de riesgo. Personas con más de 60 años, con enfermedades respiratorias, cardiovasculares o diabetes fueron definidas como las que podrían sufrir mayores consecuencias si contraían COVID-19. Y luego se agregaron casos de personas inmunosuprimidas y pacientes con EPOC.
Esta clasificación, lejos de funcionar sólo como eso, fue tomada en algunos casos de una manera errónea y estigmatizadora. De acuerdo con Lucía Ruggieri, médica inmunóloga y alergóloga del staff médico del Hospital Santa Isabel de Hungría (Mat. 4636), si bien es cierto que las enfermedades que generan inmunodeficiencia contribuyen a una susceptibilidad mayor a infecciones en general, bien controladas no implican un mayor riesgo que el resto de las enfermedades crónicas.
En ese sentido se refirió particularmente al VIH, explicando que la mayoría de las personas que lo tienen poseen buen estado de salud y buen estado inmunológico, gracias a su tratamiento: “Por eso es que cuando vemos la población considerada de riesgo, no aparecen personas con VIH, por lo menos en un porcentaje que llame la atención”. Así mismo, de acuerdo con la Fundación Huésped, la evidencia existente hasta el momento indica que tener VIH no implicaría un mayor riesgo frente al coronavirus, especialmente si las defensas están altas (más de 350 CD4 en los últimos estudios).
Sobre la comparación que se hace entre el Coronavirus y el VIH, la inmunóloga aclaró que son virus distintos, pero que comparten una misma enzima, de allí que se los compare: “Una enzima es como un intermediario que participa en la replicación viral. Esta corta, degrada, digiere cadenas largas de material genético para ensamblarlas y constituir el material genético del virus, de donde este se vale para multiplicarse. Muchos medicamentos actúan sobre estas enzimas, por eso es que comparten o mecanismos de acción o algunas composiciones. E incluso algunos medicamentos que actúan sobre estas enzimas podrían actuar sobre ambas complicaciones. Pero son dos virus distintos”.
¿Cómo se distingue la transmisión de uno y otro virus?
De acuerdo a información proveniente de la Dirección de Sida, ETS, Hepatitis y TBC, dependiente del Ministerio de Salud de la Nación, la transmisión y prevención del VIH es claramente distinguible de la de COVID-19:
- A diferencia del COVID-19, el VIH no se transmite por saliva o mucosidad, sino por relaciones sexuales vaginales, orales o anales sin preservativo: Por el contacto directo de las mucosas con fluidos sexuales (secreciones vaginales, semen o fluidos preseminales); por sangre (por compartir agujas, jeringas, canutos o pipas para fumar paco) o por embarazo, parto o lactancia;
- A diferencia del COVID-19, el VIH no demanda distancia, ni falta de saludos, ni apretón de manos. Sólo necesita de la protección antes del coito (preservativo) y de la prevención del uso de elementos punzocortantes descartables y previamente desinfectados;
- A diferencia del COVID-19, el VIH tiene un tratamiento exclusivo con antirretrovirales.
¿Por qué se utilizan los medicamentos indicados en VIH para el tratamiento del coronavirus?
Según Ruggieri, los medicamentos antirretrovirales se aplican para el tratamiento de COVID-19 porque actúan en diferentes pasos de la replicación viral, pero no han demostrado controlar el virus por sí solos: “Ya sea en la entrada, en la replicación del RNA o del DNA, en la integración de todos elementos, etcétera, antirretrovirales como el Lopinavir o el Ritonavir han demostrado beneficios. Sin embargo, no se utilizan solos, ya que no han demostrado controlar la replicación del COVID-19 en su totalidad. Estos antiretrovirales se asocian a otras drogas (muchas de ellas tampoco totalmente concluyentes como la hidroxicloroquina, que para algunos pacientes sirve y para otros no, o como el remdesivir)”.
Recomendaciones
Finalmente, de acuerdo a la inmunóloga, para prevenir el Coronavirus las personas con VIH deben seguir las mismas indicaciones que el resto de la población, agregando a esto la toma ininterrumpida de sus medicamentos y la continuidad de su tratamiento (sin pedir cambios si el médico no lo indica).