Una de las últimas encuestas de la Organización Mundial de la Salud indicaba que, en Argentina, el 55% de su población era sedentaria. De hecho, la ubicaba en el lugar número 20 de referencia entre los países más sedentarios del mundo, señalando los riesgos que esto conlleva (enfermedades no transmisibles en edades más tempranas, como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y la obesidad).
Sin embargo, luego de las campañas de concientización y de la búsqueda por mejorar año tras año esta situación, la llegada del coronavirus y de las cuarentenas extensibles para casi toda la población hicieron que el sedentarismo se enraíce más que nunca, y con él sus riesgos.
Uno de los problemas que se manifiesta hoy marcadamente es el de las alteraciones posturales y sus consecuentes síntomas, que podrían agravarse de no resolverse a tiempo.
Sobre el tema, Diario Salud dialogó con el Licenciado Esteban González, Kinesiólogo – Osteópata (Mat. 2492) y vocal de la zona Centro y Gran Mendoza del Colegio de Kinesiólogos, quien explicó que los riesgos son múltiples: “Los problemas van desde el acortamiento muscular (disminución de la flexibilidad de los músculos), la disminución del rendimiento cardiopulmonar, pies y/o piernas hinchadas por estancamiento del sistema venoso al caminar menos, algún grado leve de atrofia muscular, hasta cefaleas, mareos y bruxismo. A todo esto, se le suma el inevitable estrés ante la situación de incertidumbre y encierro en el que estamos”.
De acuerdo con el especialista, la repercusión más rápida se encuentra en el acortamiento muscular debido a la prolongada y sostenida postura al trabajar o al sentarse a leer un móvil, computadora o libro: “Como premisa, no hay peor postura que la que se mantiene durante mucho tiempo, es decir, así estemos bien alineados y confortablemente, si hemos permanecido 3 horas sin movernos en la misma postura, definitivamente eso no es saludable. Con respecto a la postura en sedestación, se torna nociva para el cuerpo, más puntualmente para la columna vertebral si no se toman los recaudos necesarios. Debido a la postura del “home office”, que es básicamente la postura del oficinista, las alteraciones posturales más frecuentes son la ante pulsión de la cabeza (cabeza hacia adelante), hipercifocis dorsal con enrollamiento y ante pulsión de hombros (encorvamiento de la parte alta de la espalda y los hombros hacia adelante) y la rectificación lumbar (pérdida de la curvatura lumbar que se visualiza con una parte baja de la espalda “chata” y con la “cola metida”).
En cuanto a los zumbidos manifestó que pueden estar vinculados con las alteraciones posturales, ya que en muchas ocasiones están asociados a una rectificación de la curva fisiológica cervical (pérdida de la curvatura normal), y a las disfunciones mandibulares: “Si nosotros pasamos muchas horas sentados, mirando hacia abajo, nuestra cadena muscular anterior van a tender al acortamiento, van a perder flexibilidad. La curvatura cervical se rectifica e incluso algunas veces se llega a invertir. Todo eso implica un cambio de tensiones mecánicas y una reorganización de nuestros captores posturales y genera desequilibrios en las estructuras del cuello, que a su vez mantienen una íntima relación mecánica y funcional con el sistema cráneo-mandibular y todas las estructuras que la componen”.
Así mismo, el profesional aludió a los dolores de cabeza, a veces poco asociados en el sentido común de la sociedad con la musculatura, pero que están ampliamente ligados: “Si hay tensiones acumuladas, si hay espasmos musculares, si hay contracturas musculares, estos pueden generar cefaleas”. Y se refirió al dolor y a las consecuencias de no responderle a tiempo: “El dolor muscular indica fatiga, cansancio. El dolor nos avisa de una agresión, nos dice que hay que tomar un descanso o modificar nuestra actividad. Si desoímos el dolor, primero va a doler poco, luego el dolor será un poco más intenso y, a largo plazo, devendrá en una lesión (articular). Los grados y las características de las lesiones dependen de múltiples factores e incluyen una amplia gama, desde algunas leves totalmente reversibles, hasta algunas tratables pero lamentablemente irreversibles como la artrosis”.
Para prevenir los riesgos del sedentarismo en la musculatura, González brindó algunas sugerencias:
- Quedar “sostenido” por el escritorio y el respaldar de la silla: Esto te obliga a estar bien sentado y a apoyar los antebrazos sobre el escritorio (Cuando los brazos quedan colgando, quedan en el aire o quedan apoyados en el “filo” del escritorio, nos tiran hacia abajo y hacia adelante encorvándonos);
- Utilizar sillas con patas fijas, sin rueditas ni reclinables;
- Hacer un poco de ejercicio en la casa (sencillos, no es necesario tener elementos complejos e inaccesibles como los de gimnasio);
- Generar movimientos en todos los segmentos corporales;
- No esperar a que duela el cuerpo. Si duele, es porque la musculatura está fatigada;
- Elongar la musculatura cada una hora, aunque sea unos 10 minutos;
- Mover los segmentos corporales (mover los brazos, respirar lentamente y profundamente, expandir bien la caja torácica, mover las piernas, caminar un poco, mover el cuello, estirar con suavidad);
- Respetar los tiempos del descanso.
“El cuerpo se rige por la ley del menor esfuerzo. Por lo tanto, nuestro cuerpo
se va adaptar a los estímulos a los que nosotros lo sometamos cotidianamente. A
mayor actividad, el cuerpo será más eficiente y viceversa, obviamente
respetando los límites fisiológicos y saludables de cada caso. Hay que tener en
cuenta que no todos los organismos tienen las mismas posibilidades y, por lo
tanto, las mismas expectativas”, concluyó el kinesiólogo.