Los trastornos del sueño son afecciones que provocan cambios en la forma de dormir. Pueden afectar la salud, la seguridad y la calidad de vida de las personas. Y, a veces, presentan signos y síntomas relacionados con distintas áreas del cuerpo. Sin embargo, en alteraciones como las apneas de sueño, las señales de que existe un problema pueden no manifestarse.
“En general, el diagnóstico de una apnea obstructiva del sueño se realiza tomando como base la historia clínica del paciente y el relato de la persona que duerme con él, ya que en un 70% de los casos, los consultantes no tienen síntomas”, aseguró Silvana Malnis, médica neumonóloga en el Laboratorio del Sueño del Hospital Alemán de Buenos Aires (Mat. 126607).
De acuerdo con la profesional, cuando una persona ronca, no duerme bien o tiene la sensación de no haber descansado tiene que visitar a un especialista, ya que las consecuencias pueden ser severas: “El 30% de los pacientes con apneas que sí presentan síntomas sufren de cansancio, alteraciones en la concentración, arritmias, trastornos metabólicos, irritabilidad, entre otros, que si no son tratados a tiempo se pueden traducir en riesgos cardiovasculares, infartos, accidentes cerebro-vasculares, diabetes tipo 2, una mala calidad de vida”.
Según Clínica Mayo, las causas de una apnea del sueño están relacionadas con la relajación de los músculos de la parte posterior de la garganta, ya que en este proceso las vías aéreas se estrechan o se cierran al respirar. De esto se derivan micro despertares por una falta de oxígeno detectada por el cerebro, lo que conduciría a resoplar, ahogarse o jadear: “Este patrón se puede repetir de 5 a 30 veces o más cada hora, durante toda la noche, lo que dificulta tu capacidad de alcanzar las etapas profundas y reparadoras del sueño”, explica.
Factores de riesgo
Consultada sobre los principales derivantes de este trastorno, la especialista mencionó al sobrepeso, a la falta de calidad del sueño, a los problemas cardíacos y a alteraciones del desarrollo maxilofacial. A los mismos, la clínica estadounidense Mayo suma:
- La circunferencia del cuello (cuellos más gruesos);
- Vías respiratorias estrechas;
- La edad;
- El sexo (ser hombre aumenta entre dos y tres veces más el riesgo de apneas);
- Antecedentes familiares;
- Consumo de alcohol, sedantes o tranquilizantes;
- Tabaquismo;
- Congestión nasal.
Tratamiento
Seguidamente, Malnis contó cómo es la terapia de una persona con apneas, enfatizando en el carácter individual de cada tratamiento: “Para hacerle frente a este trastorno se trabaja de manera interdisciplinaria entre neumonólogos, otorrinos, psiquiatras, endocrinólogos, cardiólogos y odontólogos. De esta manera, se puede atacar al problema de una forma más directa: liberando la vía aérea en el sueño, por ejemplo; utilizando dispositivos como el SICAP (en casos más graves); tomando medidas higiénico-dietéticas; indicando aparatos bucales”.