El crecimiento de los niños (talla); la regulación del peso; el inicio de la pubertad; la menarca (primera menstruación); el desarrollo normal del esqueleto; la regulación de glucemia y muchas otras instancias del crecimiento suelen depender de antecedentes genéticos (talla de los padres), nutricionales y psicosociales. De hecho, tales factores suelen ser los más relacionados al desarrollo y crecimiento de los menores. Sin embargo, no son los únicos.
El funcionamiento adecuado de hormonas como las de crecimiento y las que sintetiza la glándula tiroides juegan también un rol fundamental, a punto tal de que cuando hay déficit de estas hormonas se pueden producir alteraciones considerables. Pero, ¿por qué sucede esto? Diario Salud dialogó con la pediatra especialista en Endocrinología y Adolescencia, Silvana María Nadal (Mat. 6180), quien explicó que las hormonas se liberan en la sangre y llegan a los tejidos y órganos de todo el cuerpo, lo que hace que las mismas interaccionen con sistemas como el nervioso central y produzcan alteraciones si no trabajan normalmente:
“El sistema endocrino abarca glándulas como hipófisis, tiroides, paratiroides, ovario, testículo, suprarrenal y órganos como el páncreas, los cuales interaccionan con otros sistemas. Cuando el funcionamiento hormonal no es el adecuado, el crecimiento y la pubertad pueden verse afectados”.
Así, por ejemplo, la especialista habló sobre los cambios puberales en niños y adolescentes, y sobre cuándo estos son precoces o tardíos: “En las niñas, la primera manifestación de inicio de pubertad en la mayoría de los casos es el desarrollo de la glándula mamaria, que se produce entre los 8 y 13 años de edad. Si el desarrollo mamario aparece antes de los 8 años hablamos de pubertad precoz, y si a los 13 años aún no ha aparecido hablamos de retraso puberal. Y, en el caso de los varones, la pubertad es más tardía y el primer signo de desarrollo puberal es el aumento de tamaño del testículo. Es normal entre los 9 y 14 años, y se evalúa con un instrumento que se llama orquidómetro”.
También, puso énfasis en la importancia del diagnóstico temprano cuando el niño no crece de manera “normal”, indicando que existen exámenes que pueden detectar alteraciones de manera prematura y eficiente: “El screening o pesquisa neonatal es un estudio que se realiza a todos bebes entre el segundo y quinto día de vida. Consiste en una prueba de sangre, que se toma del talón de los niños. Este examen ayuda a detectar en forma temprana varias enfermedades, entre ellas el hipotiroidismo congénito y la hiperplasia suprarrenal congénita. Pero existen dos enfermedades endocrinológicas que no dan síntomas los primeros días de vida, por lo que requieren de un diagnóstico precoz y tratamiento inmediato para prevenir secuelas irreversibles, con riesgo de vida. Para evitar retrasos en el diagnóstico, es importante realizar los controles pediátricos correspondientes y, en caso de sospecha de enfermedad endocrinológica, los pediatras realizan la derivación al especialista quien indicará el tratamiento con la hormona afectada si fuera necesario”.
Además de las técnicas antes mencionadas, Nadal detalló que un diagnóstico temprano suele realizarse:
- Pidiendo antecedentes del embarazo y parto, antecedentes familiares y un examen físico minucioso;
- Revisando la evolución de peso y talla graficadas en las curvas de crecimiento de la libreta de salud; y
- Utilizando dosajes hormonales que se realizan en el laboratorio y otros exámenes complementarios (radiografía, ecografía, tomografía o resonancia, densitometría, etc.).
Tratamiento
En cuanto al tratamiento para un crecimiento adecuado y desarrollo de niños y adolescentes, la profesional aseguró que debe trabajarse de manera coordinada con el pediatra de cabecera, optimizando la calidad del mismo. En algunos casos pueden indicarse tratamientos mediante la aplicación de inyecciones de hormonas, o tetosterona en los hombres y estrógenos en las mujeres en caso de una pubertad tardía, procedimiento que deberá contar con supervisión médica.