Los postulados que los científicos se plantearon en un principio fueron simples: órganos como la piel o tejidos como el de los huesos pueden regenerarse luego de una lesión. Y lo hicieron a partir de la observación de casos como quebraduras (donde, a las pocas semanas, los huesos se recuperan) y cortes profundos en la piel (que cicatrizan rápidamente).
Se preguntaron por el proceso: si se necesita de componentes como células activas, biomaterial y señales químicas para la regeneración, pero alguno de estos no responde ¿podría estimularse desde el exterior o incluso, ser fabricado? Fue así como nació la ingeniería de tejidos o medicina regenerativa, “campo multi e interdisciplinario que apunta a diseñar materiales que reemplacen temporalmente tejidos enfermos o dañados, mientras favorece su regeneración”, señalan desde el CONICET.
La misma es funcional a que prácticamente todos los órganos del cuerpo humano se puedan regenerar. Pero, ¿cómo lo logra? Según el ingeniero nuclear Aldo Boccaccini, quien ha investigado profundamente sobre el tema y estudiado en universidades del país y de otros lados (obteniendo múltiples títulos y reconocimientos), “hay varias opciones”: “pueden colocarse los tres componentes en un bioreactor, en donde se da el tiempo para que las células se conecten entre sí y empiecen a formar el nuevo tejido; al mismo tiempo, el scaffold (que representaría los andamios de una construcción) se va degradando y ese proceso es el que hace que se regenere el tejido; y, después, ese es el tejido que se genera afuera del cuerpo humano y se implanta donde sea necesario (en piel, hueso o en alguna otra región del cuerpo humano)”.
De acuerdo con el profesional, estas técnicas han sido utilizadas en prácticas clínicas para casos como quemados o diabéticos con heridas casi incurables (que hubiesen tenido como respuesta la amputación de una pierna), resultando absolutamente exitosas: “con materiales bioactivos y combinados de una forma inteligente se pueden crear estructuras que soportan o ayudan a la generación de la piel. Se para la herida, la infección y se empieza a generar piel”, aseguró.
Actualmente, el ingeniero se encuentra trabajando en el desarrollo de vidrios bioactivos, que son compuestos que podrían promover la diferenciación de células madre en un tipo específico de célula (como, por ejemplo, células óseas para un caso de osteoporosis).
“Uno de los desafíos más importantes en el área es poder generar una cantidad suficiente de células sin que se produzcan resultados adversos. Si bien este tipo de aplicaciones todavía se encuentra a escala de laboratorio, la ingeniería de materiales también tiene beneficios a corto plazo. Por ejemplo, generar modelos tridimensionales con biomateriales y moléculas que imitan el cuerpo humano. De esta manera, se puede reducir la cantidad de animales de laboratorio que uno utiliza en investigación”, indicó el ingeniero en una entrevista con el Instituto Balseiro.
Para concluir, puso énfasis en el trabajo conjunto, ya que “en definitiva, son los biólogos y los médicos quienes realizan los estudios directos sobre las personas, una vez que estos son aprobados”.