Las hepatitis virales son un grupo de enfermedades infecciosas que afectan fundamentalmente al hígado, inflamándolo. Son producidas por distintos virus, entre los cuales existen las hepatitis A, B, C, D y E. Estos son reconocidos como patógenos para el hombre, pero tienen algunas diferencias: “La primera es que son virus de distintas familias. Pero, a parte de eso, tienen diferencias con respecto al genio de la enfermedad: algunas pueden producir una enfermedad aguda y autolimitada, mientras otras pueden llegar a producir una enfermedad crónica (donde el virus no puede ser erradicado naturalmente y queda instalado)”, contó el Dr. Carlos Espul, bioquímico del Laboratorio Virológico de Cuyo.
Diferenciando unas de otras, el doctor manifestó que las hepatitis B y C son las más peligrosas por correr el riesgo de ser crónicas, mientras que los virus que producen una enfermedad clínicamente aguda son los de la hepatitis A y E. “El virus de la hepatitis D es menos común porque es un virus defectivo, es decir que por sí sólo no puede infectar (hay que estar previamente infectado con el virus de la hepatitis B o coinfectarse con los dos virus a la vez). Y porque se da mucho en lugares donde hay abuso de droga endovenosa”, detalló el virólogo.
Según Espul, tempranamente tratados, los virus de las hepatitis B y C no deberían traer complicaciones. De hecho, llegan a ser curables. Sin embargo, si son detectados muy tarde, pueden desembocar en problemas mayores, como en un cáncer de hígado o en una insuficiencia hepática: “En el caso de la hepatitis B existe una vacuna obligatoria que, administrada en el nacimiento y durante el primer año de vida, garantiza protección. Lo mismo sucede con la hepatitis A, tiene vacuna en el calendario y protege. Y si la persona no ha sido vacunada con el resto de las dosis, puede hacerlo en cualquier momento en un centro de salud, en el vacunatorio central o en cualquier hospital. Pero no pasa con la hepatitis C, ya que esta no tiene vacuna. Lo bueno es que hoy existe un tratamiento muy eficaz que permite la cura. Es la primer enfermedad crónica viral con cura”.
El diagnóstico de la infección se realiza a través de exámenes de laboratorio.
¿Cuáles son las vías de transmisión de la hepatitis?
Otro factor importante en la enfermedad, mencionado por el bioquímico, tiene que ver con las vías de transmisión de las hepatitis. Los dos, tanto el virus de la hepatitis B como el de la hepatitis C, se transmiten a través de la sangre. Pero existen algunas diferencias entre ellos: en el caso del virus B, puede transmite también por la vía sexual. Y en el caso de la hepatitis C, lo puede hacer por contacto con sangre contaminada.
De acuerdo con el virólogo, la sangre contaminada era un factor que antes se veía más, porque se realizaban trasfusiones de sangre sin saber que la hepatitis es una enfermedad viral; porque se administraban “inyecciones no seguras” (esto es, se compartían jeringa y aguja o se hervían en forma casera); o por tratamientos odontológicos con material que no estaba adecuadamente esterilizado. “Hoy en día, estas situaciones han disminuido”, aseguró.
Por su parte, las hepatitis A y E se contagian de forma fecal-oral, lo que quiere decir que” entran por la boca cuando el paciente tiene sus manos fecalmente contaminadas, o consumió agua contaminada o alimentos con contaminación”, especificó Espul.
El embarazo, ¿es una forma de transmisión?
Consultado por la gestación, el especialista afirmó que es una forma de transmisión, pero que se da especialmente en el parto, cuando existe el contacto de la sangre de la madre con el bebé. “Para poder saber si ese niño nacerá o no con la enfermedad, durante el embarazo se le hacen estudios a la madre, screenings prenatales, y se trata de prevenirlo. Si la mujer es tratada, puede bajar la carga viral y, con ello, disminuir la posibilidad de transmisión. Es importante, además, saber si tiene hepatitis B porque al recién nacido se le puede dar, aparte de la vacuna, gammaglobulina hiperinmune (lo que aumenta en un 88% la posibilidad de prevención en el recién nacido)”, manifestó el doctor.
En el caso de transitar un embarazo con hepatitis C, el bioquímico contó que tener el diagnóstico ayuda a prevenir las complicaciones, “porque hoy, de una manera u otra, se puede acceder al tratamiento”. Además, explicó en qué consiste: “Se trata de una medicación con antivirales de acción directa. Es un tratamiento corto, sin casi efectos secundarios, que se toma una vez por día durante tres meses. Allí se vuelven a hacer los controles y, en más del 90% de los casos, se ve la cura”.