El síndrome de Down es una condición genética que en la mayoría de los casos se produce porque hay un cromosoma 21 libre demás. En las células de todo cuerpo existen 46 cromosomas y en las células sexuales 23. Cuando una de esas dos células tiene un cromosoma adicional, y ese cromosoma es el 21, aparece el trastorno. Así lo explicó a Diario Salud la médica genetista Viviana Armentano (Mat. 6870), perteneciente al staff médico del Hospital Santa Isabel de Hungría (HSIH) y profesora titular de la cátedra de Genética de la Universidad de Mendoza.
Según la misma, este trastorno se puede detectar incluso antes de que el niño nazca, y se puede determinar la probabilidad de que algún familiar futuro pueda tenerlo a través de distintos estudios: “Hoy en día hay técnicas para diagnóstico prenatal y post parto. Cuando la persona nace, se hace una historia clínica, un examen físico y un estudio cariotipo (que sirve para ordenar los cromosomas y estudiarlos, para ver si hay un cromosoma demás). A los familiares interesados se les hace exámenes de sangre y se les da un pronóstico sobre la posibilidad de recurrencia de la condición”.
Una vez detectado y avanzado hacia la edad adulta, no resulta prohibitivo ante la posibilidad de trabajar, si la persona fue estimulada correctamente y acompañada hacia su desarrollo cognitivo y conductual: “Si la persona está capacitada para tener un trabajo merece una oportunidad. Eso sirve para su autoestima, su desarrollo, su crecimiento personal”, aseguró Armentano.
Además del derecho a trabajar, la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, Niña y Adolescente establece los derechos a:
- La vida y a disfrutar de ella.
- Tener una familia.
- Una vivienda digna, una alimentación adecuada y un vestido apropiado.
- La salud y la protección de su integridad física y mental en igualdad de condiciones que los demás.
- Una educación inclusiva con los apoyos necesarios.
- Tomar sus propias decisiones.
- Opinar libremente.
- Respeto de su privacidad.
- Votar y participar en las elecciones de su comunidad.
- Un igualitario acceso a la Justicia.
- Participar en la vida cultural, igual que las demás personas.
- Viajar libremente, elegir su lugar de residencia y nacionalidad.
- Tener igual reconocimiento ante la ley.
- Vivir de forma independiente y formar parte de la comunidad.
- Tener igualdad de oportunidades que los demás para participar en los distintos ámbitos de la sociedad y no ser discriminados por su discapacidad.
- Contar con información accesible y los ajustes razonables que necesiten.
- Un envejecimiento activo.
La esperanza de vida de una persona con síndrome Down puede llegar a los 55-60 años. Se les recomienda un estilo de vida saludable, actividad física (ya que tonifican los músculos, mejoran la coordinación, aumentan la concentración y la memoria, aprenden en trabajar en equipo, tienen confianza sobre sí mismos, aprenden a conocer a los demás y previenen la obesidad) y el desarrollo de la psicomotricidad con ayuda de las nuevas tecnologías (como el uso de pantallas táctiles).
“La inclusión de las personas con síndrome de Down en los ámbitos educativos y laborales aumenta las posibilidades para estas personas, además de ser beneficiosa para toda la sociedad”, concluyen en su web los miembros de la Asociación Síndrome de Down de la República Argentina (ASDRA).