La primavera está llegando, pero si bien es una estación esperada por muchos para otros puede resultar fastidiosa, ya que pone de manifiesto gran cantidad de patologías respiratorias.
Según el “Reporte Mundial de Alergia” (Organización Mundial de la Salud) la rinitis alérgica es una de las afecciones crónicas más comunes a nivel global, y por lo general persiste durante toda la vida. Esta problemática afecta aproximadamente al 25% de los niños y a más del 40% de los adultos, y su prevalencia ha aumentado en el último siglo. Comparada con otras enfermedades, la rinitis alérgica no parece seria o grave, ya que no está asociada a manifestaciones severas o mortalidad, pero tiene un elevado impacto negativo en la calidad de vida de los pacientes que la padecen.
¿Cómo se relacionan la rinitis y el asma?
Estas afecciones frecuentemente coexisten, y se sabe que más del 80% de los pacientes con asma tiene rinitis y del 10 al 40% de los que padecen rinitis tienen asma. La rinitis es un factor de riesgo independiente para el desarrollo de asma, tanto en pacientes alérgicos como no alérgicos, y la intensidad de la rinitis se relaciona directamente con la gravedad del asma. Los adultos jóvenes con rinitis tienen un riesgo tres a seis veces superior de desarrollar asma comparado con individuos sanos.
La respiración bucal es uno de los principales inconvenientes que suelen presentar los pacientes con rinitis y asma coexistentes. La nariz funciona como un filtro de aire, pero también como una barrera inmunitaria, pues es el primer órgano de choque para los microorganismos que penetran en la vía aérea. Al respirar por la boca gran parte del día, se exponen a un aire “desacondicionado” o de “mala calidad” (frío, seco y sucio). La exposición repetida y prolongada de las vías respiratorias a un aire de esta calidad puede generar alteraciones funcionales, inflamatorias e incluso provocar el cambio en la estructura de la vía respiratoria.
La época primaveral empeora especialmente la rinitis y si ésta no es controlada puede contribuir al empeoramiento de los síntomas de asma. Los pacientes con ambas afecciones asociadas presentan durante esta época un mayor número de consultas ambulatorias, hospitalizaciones y consumo de medicación antiasmática que aquellos asmáticos sin rinitis, hecho observado tanto en adultos como en niños.
El manejo del paciente con síntomas de rinitis y/o asma debe hacerse de forma integral y de acuerdo con la gravedad general del síndrome. Una estrategia terapéutica conjunta de ambas enfermedades, considerando la vía respiratoria como una unidad, es la conducta médica actualmente más aceptada.
Alergia: lo que hay que saber
¿Qué es la alergia?
Es una respuesta exagerada del organismo, ante elementos que son inofensivos para la mayoría de las personas. Esto está facilitado por una condición genética particular del sistema inmunitario. Esta reacción puede expresarse en distintos órganos, producir, simultánea o sucesivamente, diversas enfermedades: en bronquios, asma; en la nariz, rinitis alérgica; en la piel, urticaria; en los ojos, conjuntivitis alérgicas, etc.
¿Se hereda?
Únicamente la predisposición. Pero para que haya manifestaciones clínicas se necesita también exposiciones a factores de riesgo, lo que puede provocar la sensibilización. Aún no teniendo síntomas, esta predisposición puede transmitirse a los descendientes.
¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?
Los principales síntomas de las alergias son:
- Picazón y mucosidad acuosa en la nariz, con estornudos frecuentes
- Enrojecimiento en los ojos
- Asma o tos frecuente
- Urticaria, (Ronchas en la piel que producen picazón) o eczema
- Diarreas y dolor abdominal
¿Cuáles son los elementos que provocan Alergia?
Ácaros del polvo: más del 30 por ciento de la población es alérgica a los ácaros del polvo, bichitos microscópicos que se alimentan de escamas de la piel y hongos. Para combatirlos es necesario extremar la limpieza en el hogar.
Polen: la alergia al polen afecta cada vez a un mayor número de personas. Provoca estornudos, mucosidad acuosa en la nariz, picazón nasal y ocular, lagrimeo, tos y dificultad respiratoria.
Insectos: los que con más frecuencia provocan reacciones alérgicas son las abejas, avispas y hormigas coloradas. Sus picaduras pueden provocar desde una simple roncha hasta manifestaciones severas con peligro para la vida del individuo. Las cucarachas pueden producir síntomas respiratorios por inhalación de sus mudas y excrementos.
Hongos ambientales: crecen en las zonas más húmedas de la casa. Sus esporas se esparcen por el aire y son inhalados provocando síntomas alérgicos.
Animales: la principal fuente de alergenos son las proteínas que se encuentran en los pelos, caspa, saliva y orina de las mascotas. El gato suele ser el más alergizante.
Alimentos: algunos alimentos, como la leche, el huevo, pescado o mariscos, provocan reacciones alérgicas cutáneas y respiratorias. Hay que identificar los alimentos que provocan las alergias y evitarlos. Debe tenerse presente que casi todos los alimentos pueden llegar a ser potencialmente alergénicos en organismos predispuestos.
Medicamentos: en ocasiones el sistema inmune reacciona a ciertos fármacos. A veces el medicamento puede ser tolerado durante años hasta que comienza a sensibilizar al individuo predispuesto, y un nuevo contacto puede actuar como desencadenante. Los pacientes comprobadamente alérgicos a un medicamento deberían tener una identificación bien visible, para evitar que frente a una emergencia le administren el medicamento al cual se halla sensibilizado.
¿Cómo puedo saber si soy alérgico?
Las alergias comunes son fáciles de diagnosticar, ya que suelen diferenciarse con claridad de otros trastornos. Aún así, el especialista debe realizar diversas pruebas y un cuestionario para conocer el origen de la alergia. Los antecedentes familiares y otros datos pueden ayudarle a establecer un diagnóstico correcto. Cuando consulte con el médico especialista, debe ser preciso a la hora de describir sus síntomas y es importante que le informe sobre las siguientes cuestiones:
- Consumo de tabaco, convivencia con fumadores en el hogar o en el lugar de trabajo
- Frecuencia de los síntomas y variaciones según la época del año
- Presencia de animales en el hogar
- Empeoramiento en espacios cerrados o al tomar contacto con objetos que acumulan polvo, como mantas o alfombras, o juguetes de peluche
- Antecedentes familiares, en particular por parte de los padres
- Fármacos que está consumiendo
- Enfermedades crónicas
¿La ALERGIA se cura?
Si bien no puede modificarse la condición genética, es posible evitar la sensibilización, al reducir la exposición a los factores ya enumerados. En el niño se debe introducir a su dieta los alimentos más sensibilizantes (leche de vaca, trigo, huevos, cítricos, etc.) lo más tardíamente posible, y prolongar al máximo la lactancia materna.
No se debe fumar en el hogar, ni mantener animales en ambientes cerrados. Si pese a ello se produce sensibilización existe, para algunas sustancias que no pueden evitarse, la inmunoterapia específica, que consiste en la administración al paciente de dosis crecientes de vacunas de alergia que contienen los mismos elementos a los que el paciente se halla alergizado buscando disminuir la sensibilidad a los mismos.
El objetivo es lograr la desaparición de los síntomas o al menos reducir la intensidad, frecuencia y necesidad de medicamentos. Por otra parte en la actualidad hay numerosos medicamentos que pueden controlar la mayor parte de los síntomas de alergia.