En una intensa jornada de debate entre especialistas de la Nutrición, médicos intensivistas, clínicos, enfermeros, y nutricionistas, disertaron en la Universidad Maza el Dr. Gustavo Kliger (Jefe del Servicio de Nutrición en el Hospital Universitario Austral, ex Presidente de FELENPE, ex Presidente de AANEP y Miembro Internacional Clinical Ethics Section) y Silvia Jereb (Magister en Administración de Sistemas y Servicios de Salud, Coordinadora del grupo de Estudio de Neurointensivismo en la AADyND, coordinadora del capítulo de Licenciados en Nutrición en SATI, docente de pregrado de la Licenciatura en Nutrición de la UBA y Jefe del Servicio de Nutrición del Hospital Posadas de Buenos Aires).
Esta actividad que fue organizada por los servicios de Nutrición y Terapia Intensiva del Hospital Santa Isabel de Hungría, contó con el aval científico de la Facultad de Nutrición de la Universidad Juan Agustín Maza y el apoyo de Nutricia Bagó.
Los especialistas hablaron sobre la importancia de la nutrición a la hora de atender enfermos en los hospitales y saldaron muchas de las dudas que surgen en torno al tema. Pero primero respondieron algo fundamental: ¿A quiénes se considera pacientes críticos?
“No es fácil determinar quién es un paciente crítico. Sin embargo, podemos decir que son aquellas personas que reúnen ciertas características: la gravedad del cuadro (que va a depender del pronóstico y del programa de base); el sostén vital que tienen (asistencia respiratoria, asistencia circulatoria, o a veces respira sólo); entre otros. Aún así, el grupo de pacientes críticos puede subdividirse en dos: el grupo de los enfermos crónicos, que entran con la patología crónica reagudizada o con una patología aguda que nada tiene que ver con su patología crónica (un paciente con EPOC; un paciente en diálisis; un diabético; un añoso frágil; pacientes oncológicos, pacientes con HIV SIDA, pacientes con Tuberculosis) y el grupo de pacientes que entran en un buen grado de nutrición pero que, por ejemplo, sufrieron un accidente y después deteriora su salud nutricional estando dentro del hospital”, explicó el doctor.
Según el especialista, los estudios demuestran que los enfermos crónicos que ya ingresan con un grado de entre el 30% y el 35% de desnutrición, a las dos semanas están en un grado de malnutrición del 60%. “Esto no se debe a la falta de alimentación en los hospitales. Son varios los factores que influyen, el desconocimiento en primer lugar”.
En ese sentido, Kliger explicó que “el desconocimiento por parte de los médicos que no prescriben adecuadamente las dietas; que no controlan lo que el paciente come; que no adecuan los horarios de los estudios (los mandan a hacer una endoscopía a las tres de la tarde entonces el paciente no desayunó ni almorzó). Sumado a eso, hay pacientes que están muy mal y que no tienen quién les dé de comer; hay pacientes con depresión que no quieren comer. Y las mucamas dejan las bandejas y se las llevan como están, a veces sin que los pacientes hayan tocado un bocado para comer. Nadie monitorea el cómo se lleva la bandeja. Todas esas son causas que generan la necesidad de un mayor compromiso en el estado nutricional del enfermo”.
Respecto a la inquietud de si la malnutrición intrahospitalaria es un fenómeno universal, la magister Silvia Jereb aseveró afirmativamente y dijo que es un evento que ‘asusta’: “La nutrición asociada a enfermedades que van de moderadas a graves se refleja en la malnutrición que suele sufrir un 47% de la población hospitalaria. Y en los centros de cirugías ese porcentaje llega casi al 65%”, indicó.
La especialista remarcó que “la amplitud que existe a nivel mundial respecto a la desnutrición llega al 80%. Este es un número realmente grave y que nos pide acción; tiene que ver con la poca adherencia de las prescripciones; la poca inclusión del paciente para que diga qué quiere comer o si es de su gusto la dieta que se le está brindando; hasta un tema patológico o de horarios”.
El riesgo de no realizar intervenciones nutricionales
Según destacaron ambos profesionales, hay riesgos múltiples pero sobre todo uno del que no hay retorno: la mortalidad. “Grafiquemos: durante los primeros 15 días en que un paciente entra en terapia intensiva puede perder hasta 20 kilos de masa muscular. Ya al tercer día pierde 1 kilo de esa masa. Entonces podemos comenzar a hablar de un ‘reloj de la desnutrición’. Con sólo perder un 10% de masa magra, hay un compromiso de inmunidad e infecciones. Y si el paciente pierde el 40% puede morir”, detallaron.
Otro de los problemas es el aumento de la morbilidad y, en consecuencia, de los costos de atención: “Claramente un paciente quirúrgico llega a costar casi 10 veces más cuando está desnutrido que cuando no lo está. Una neumonía cuesta el triple cuando el paciente está desnutrido que cuando no lo está. ¿Por qué? Por la poca respuesta a los tratamientos o por las complicaciones que enfrenta, de ese modo entra en un espiral que lo lleva a la fragilidad extrema”, manifestó la profesional.
“Una alimentación adecuada mejora la calidad de vida del paciente”
La premisa sostenida por los especialistas se apoyó en esquemas estadísticos que demostraron la mejoría de pacientes críticos, pero sobre todo oncológicos. Los procesos de atención tuvieron las mismas características: terapias alimenticias que comenzaron por evaluaciones nutricionales, continuaron con la implementación de soporte nutricional y que se mantuvieron con un constante monitoreo en el tratamiento.
Para Kliger y Jereb, el reto está en trabajar de manera interdisciplinaria. “Debería haber participación de la licenciada en nutrición; del médico especialista en nutrición o, por lo menos, abocado al tema (puede ser un intensivista o incluso un cirujano); de la enfermera y del farmacéutico. Deberían conformar un equipo. Y conjuntamente con ello, bajarían los costos de manera dramática: por cada real, por cada euro, por cada dólar invertido en un control adecuado a la nutrición se ahorran 5 reales, dólares o euros. Eso está demostrado. Es decir que, por cada peso invertido ahorrarían 5. La proporción es 1-5 y no es gasto, es inversión”.
Por su parte, la Licenciada Priscila Navarrete del Servicio de Nutrición del Hospital Santa Isabel de Hungría manifestó la importancia de profundizar el trabajo en equipo en los hospitales para el manejo nutricional de los pacientes críticos, donde la interacción entre médicos, nutricionistas y enfermeros es central para una correcta evolución de la salud de integral del paciente. Y ante esto remarcó que “…contar en Mendoza con profesionales de esta magnitud, nos permite consolidar este camino, por eso estamos enormemente agradecidos por la visita que nos brindaron…”.
Los invitados continuaron su agenda en Mendoza con una visita al Hospital Santa Isabel de Hungría y encuentro de trabajo con Directivos, y Jefes de distintos servicios.